lunes, 26 de octubre de 2009

Nuevo diseño del blog

No había postal. Y no tuve que bajar, porque al final Estrella consiguió coger un bus, comprarme las naranjas y el termómetro, y traérmelos. Y así pasó la tarde, buscando vuelos compulsivamente y pensando a qué sitios nos encantaría ir... Al final no compramos ninguno, pero tenemos varios frentes abiertos para, algún día, conocer Cracovia, Billund (que descubrimos que está en Dinamarca y que es donde está Legolandia) o Hamburgo. Todo eso mientras que tardó en bajárseme un capítulo de Alerta Cobra (la nueva serie a la que me he viciado) cinco horitas...


Como ya he dicho, el viernes no salí en todo el día. Me pasé el tiempo durmiendo, o en internet, o con la visitilla que me hizo Estrella, que la verdad es que sirvió para que me animara un poco. Me vi el capítulo que tanto me había costado descargar (ya os digo, 5 horas, estos de wind no saben lo que es la velocidad en internet) y hablé con Lore y Luis, para variar.


Mi despertador del sábado por la mañana fue, como no, la vecina y los muelles de su colchón. Me estoy planteando seriamente lo de pasarle una nota por debajo de la puerta rogándole que se meta la almohada en la boca, y que se compre un somier nuevo... Así que cuando Carla me llamó para ver si iba a la mensa, por no escuchar a la vecina, porque me diera un poco el aire, y por no prepararme comida, accedí a ir. Allí se nos sentó un italiano que nos hablaba español y nos preguntaba por dónde se hacía botellón, por dónde salíamos cada día de la semana, y nos dijo lo que nos habíamos perdido (él y yo) por no haber salido esta semana, porque “fue la mejor”. Después de eso, Carla me contó que iba a montar un aperitivo en su casa, y yo no sabía si iría porque aún estaba algo chunguilla. De hecho, en la vuelta a casa pensaba que me caía por el camino, así que en cuanto llegué, me eché a dormir hasta las 7 de la tarde. Y cuando me levanté, decidí ir donde Carla, así que quedé con Bea, y allá que fuimos.


Cuando llegamos, todo olía genial. Había hasta una empanada de bonito, y para variar, la gente llegó bastante tarde, y nosotros mientras muertos de hambre... Cuando atacamos, no duró nada. Estaba todo tan rico... (ahora es cuando empiezo a salivar, y no es plan, que ya he cenado hace unas horas...). Yo tenía claro que no iba a salir, y cuando nos fuimos miré a ver si pasaba algún bus, pero iba a tardar menos si me iba andando así que fue lo que hice. Aunque fuera sábado por la noche, llegué a casa a las 12 y media, y me conecté, ya metidita en el calor de mi nórdico y en el pijama.


Y hoy... me he levantado tarde, por no perder las buenas costumbres, y al ver el gran día que hacía me ha dado pena desperdiciarlo quedándome en casa. La primera idea ha sido subir al monte de los capuchinos, pero como en esta ciudad los buses pasan cuando quieren, el que te lleva ahí sólo circula de lunes a sábado. Así que al final he quedado con Estrella para ir a ver la fortaleza medieval del Valentino. Ducha, preparar algo de comida rápido, prepararme la cámara y pasarme la tarde como una guiri, con la Nikon al cuello, enamorándome un poco más de la ciudad, y haciendo confesiones varias.


En la fortaleza había puestecillos de comida típica de Piemonte, y creo que iré algún día a comprar allí, porque al menos la fruta estaba tirada de precio. Y si no he entendido mal a la mujer a la que he preguntado, van a estar allí hasta el último domingo de noviembre. Así que volveré.


Desde allí nos hemos ido hasta el puente desde el que se ve la Mole, y hemos vuelto por el otro lado del río haciendo más fotos, esta vez de la fortaleza y de la facultad de arquitectura reflejadas en el Po. Y como cuando hemos llegado a la estatua de Garibaldi (al lado de mi casa), solo eran las 6, hemos pensado en ir a tomar algo por Vittorio Veneto, pero como nos iban a cobrar el aperitivo, y yo tenía antojo de pizza, hemos decidido hacer algo de tiempo e ir a cenar. Así que hemos llegado a una librería (donde me hubiera comprado unos cuantos libros, pero eran tirando a caros y mi sueldo de erasmus no me da) y después hemos visto una exposición que había sobre los juegos paralímpicos (donde nos hemos enterado de que la pensión diaria para un discapacitado en Italia no llega a los 10 euros). Después de criticar cómo está el mundo, nos hemos ido a la pizzería de las pizzas del ostello (quizás las tengo mitificadas, pero están tan ricas...) y entre las patatas al horno y la pizza de prosciutto e funghi, he sido feliz. Iba a acompañar a Estrella (después de que el hombre de la pizzería nos diera los “buenos días” aunque fueran las 8 y pico de la tarde), pero como hacía ya fresco, me he venido para casa, y después de lavar un par de cosillas y prepararme la comida para mañana (salchichas con vino, ¿qué tal me habrán salido?), he hablado con mis padres y mi hermano, con Lore y con Luis (con los que estoy hablando ahora), he subido algunas fotos al tuenti, y me he dedicado a cambiar el diseño del blog, que llevaba tiempo queriendo poner una foto de Turín... ¿Y cuál mejor que una recién hecha?

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