jueves, 29 de octubre de 2009

Ayer...

Ayer fue uno de esos días en que hubiera cogido todas mis cosas, habría cogido un avión y me hubiera plantado en Madrid.

Ayer fue uno de esos días malos que a veces tengo por no hacer caso al "No pensar, peligro de muerte". A pesar de lo que me teneis dicho de pensar...

Y aunque ayer fue uno de esos días que no me hubiera importado borrar del calendario, no voy a borrar a aquellos que hicísteis algo por animarme, aunque fuera poco. Entre unos y otros se puede decir que más o menos lo terminasteis consiguiendo. Gracias. Os odio un poco menos que de costumbre.

miércoles, 28 de octubre de 2009

De peras asesinas o asesinas de peras

La última vez que supisteis largo y tendido sobre mí fue el domingo... Pues el lunes, como lunes que era, me fui a linguaggio giornalistico, fue una de esas intensas clases en las que intento entender algo y no lo consigo... O bueno, sí, algo entendí porque estuvo hablando de cuando le tocó cubrir la muerte de Franco... Y después de eso me encontré con los de Valladolid, y Sara, Andrea y Camino me entregaron la invitación para la inauguración del Palacete. Y de paso me fui con ellos a la mensa (que la tengo bastante abandonada, todo hay que decirlo). Allí vi cómo Andrea asesinaba a una pera para intentar comérsela. Y de paso, como no había postres cuando ella y Camino pasaron, y se lo habían apuntado en el ticket, y nadie se lo pidió, todos nos hicimos con provisiones de postres para casa. Yo robé una pera...


Desde la mensa pasé por el Lidl a comprar un par de cosas y me vine a casa a dormir la siesta antes de ir a italiano. Allí nos contó que vamos a hacer un par de excursiones, al museo Pietro Micca y al Palazzo Madama, y de paso nos dijo cuándo son los exámenes... Eso no me gustó tanto. Cuando salimos, perdidos y sin haber entendido nada de la clase, Silvia y yo nos fuimos andando, me di una ducha, me preparé algo de cena y conseguí ver un capítulo, algo bastante extraño tal y como va Wind últimamente...


El martes fue un día intenso... Otra de esas clases de linguaggio giornalistico dedicada a pensar la lista de las cosas que me tiene que traer Óscar cuando venga, a buscarme una cuñada y a contarnos la vida entre Cris y yo. Me dijeron que la clase de Arte e comunicazione estaba bastante bien, así que decidí probarla, ya que después de tantísimas horas cuadrando horarios, todavía se me solapaba una clase con italiano... Así que después de eso me fui a la mensa, me encontré a María y Marta las de bellas artes, y así como quien no quiere la cosa me senté con ellas a comer. Y como cuando acabé sólo eran las 2 y media y hasta las 4 no tenía esa clase, me vine a casa para preparar todas las cosas que me tenía que imprimir, para llevarlas y así hacer tiempo. Al final a la clase llegué un poco tarde, y cuando pude hablar con el profe me dijo que no había problema por haber faltado a clase durante un mes... Tengo que leerme y estudiarme el libro que él estaba leyendo, y hacer un trabajo sobre arte. Se me empiezan a acumular las cosas, voy a tener que ir buscando ya los libros... Después de la clase pasé por el H&M a comprarme el gorro del que tantas ganas tenía, aunque de momento prefiero que no llegue el frío para tener que estrenarlo.


Ya en casa me duché y me conecté para hablar con la gente antes de irme a la fiesta en el Palacete. Hablé con las niñas, aunque Noe apenas me habló 2 minutos, y Paula me enseñó cómo habla inglés. A las 9 y poco me fui, y se acababa de ir un tranvía. Después de media hora esperando al siguiente con Fran, cuando por fin llegó iba lleno de españoles, unos que iban a cenar a casa de otro, y los demás íbamos todos al mismo sitio. Al que por cierto, nos perdimos un poco, pero poco, que sólo tuvimos que llamar una vez.


La fiesta fue divertida. Entre subastas de tangas para financiar una cámara de fotos rota e intentos de tirar por la terraza, llegó un momento en que la gente no quería salir y la Sala VIP terminó convirtiéndose en la sala de los dormidos. Yo estuve unos 5 minutos en ella, hasta que decidieron que nos fuéramos, así que pidieron un taxi y terminamos en el Xo. Y llevaba razón Silvia: la música de allí me gusta. Allí estaba todo el mundo, aunque cuando quisimos llegar ya quedaba sólo un rato para que cerraran. Llegué a casa a las 5, y me eché a dormir, pero entre pitos y flautas, o entre las obras y mi tos, he dormido fatal y me he levantado cansada, y con el día de morriña. Tanto que lo único que he hecho de provecho en todo el día ha sido ir a italiano, en el que nos ha explicado los pronombres y le hemos jodido la vida a un niño. En grupos teníamos que hacer un anuncio de Nutella (para el que nos han puesto una foto de un bote de 5 kg), y mientras el resto de grupos han hablado de familias felices y padres que daban nutella a sus hijos, Silvia, el francés y yo hemos hablado de un niño que estaba muy feliz desayunando su bocata de nutella hasta que llegó su padre y le dijo que eso no era sano para él. Cuando el niño se va, el padre se rechupetea los dedos mientras se come el bocata que ha robado a su hijo. Y es que no todo van a ser familias felices, ¿no?


Poco más he hecho. He vuelto a casa, me he duchado, he preparado algo de cena (tengo que comprar más bolitas de mozarella) y he hablado un rato con mis padres después de mucho pelear con Skype. Ahora voy a ver si internet quiere volver a funcionar, a prepararme un vasito de leche con miel, y a no tardar para irme a dormir que mañana hay que madrugar...

Pongamos que hablo de Madrid...

Hoy me he levantado con morriña. Todo el mundo vuelve a España, y yo, que fui de las primeras en llegar aquí, voy a ser de las pocas que no vuelvan antes de navidad. Y es que después de tantas veces haciendo la coña de que soy como el turrón, "vuelvo a casa por navidad", y después de un mes y medio aquí, se nota que empiezo a echar de menos aquello.

No me puedo quitar esta canción de la cabeza

lunes, 26 de octubre de 2009

Otoño en Torino


Si ayer os subí la vista nocturna, hoy toca el día. El otoño reflejado en el río Po

Nuevo diseño del blog

No había postal. Y no tuve que bajar, porque al final Estrella consiguió coger un bus, comprarme las naranjas y el termómetro, y traérmelos. Y así pasó la tarde, buscando vuelos compulsivamente y pensando a qué sitios nos encantaría ir... Al final no compramos ninguno, pero tenemos varios frentes abiertos para, algún día, conocer Cracovia, Billund (que descubrimos que está en Dinamarca y que es donde está Legolandia) o Hamburgo. Todo eso mientras que tardó en bajárseme un capítulo de Alerta Cobra (la nueva serie a la que me he viciado) cinco horitas...


Como ya he dicho, el viernes no salí en todo el día. Me pasé el tiempo durmiendo, o en internet, o con la visitilla que me hizo Estrella, que la verdad es que sirvió para que me animara un poco. Me vi el capítulo que tanto me había costado descargar (ya os digo, 5 horas, estos de wind no saben lo que es la velocidad en internet) y hablé con Lore y Luis, para variar.


Mi despertador del sábado por la mañana fue, como no, la vecina y los muelles de su colchón. Me estoy planteando seriamente lo de pasarle una nota por debajo de la puerta rogándole que se meta la almohada en la boca, y que se compre un somier nuevo... Así que cuando Carla me llamó para ver si iba a la mensa, por no escuchar a la vecina, porque me diera un poco el aire, y por no prepararme comida, accedí a ir. Allí se nos sentó un italiano que nos hablaba español y nos preguntaba por dónde se hacía botellón, por dónde salíamos cada día de la semana, y nos dijo lo que nos habíamos perdido (él y yo) por no haber salido esta semana, porque “fue la mejor”. Después de eso, Carla me contó que iba a montar un aperitivo en su casa, y yo no sabía si iría porque aún estaba algo chunguilla. De hecho, en la vuelta a casa pensaba que me caía por el camino, así que en cuanto llegué, me eché a dormir hasta las 7 de la tarde. Y cuando me levanté, decidí ir donde Carla, así que quedé con Bea, y allá que fuimos.


Cuando llegamos, todo olía genial. Había hasta una empanada de bonito, y para variar, la gente llegó bastante tarde, y nosotros mientras muertos de hambre... Cuando atacamos, no duró nada. Estaba todo tan rico... (ahora es cuando empiezo a salivar, y no es plan, que ya he cenado hace unas horas...). Yo tenía claro que no iba a salir, y cuando nos fuimos miré a ver si pasaba algún bus, pero iba a tardar menos si me iba andando así que fue lo que hice. Aunque fuera sábado por la noche, llegué a casa a las 12 y media, y me conecté, ya metidita en el calor de mi nórdico y en el pijama.


Y hoy... me he levantado tarde, por no perder las buenas costumbres, y al ver el gran día que hacía me ha dado pena desperdiciarlo quedándome en casa. La primera idea ha sido subir al monte de los capuchinos, pero como en esta ciudad los buses pasan cuando quieren, el que te lleva ahí sólo circula de lunes a sábado. Así que al final he quedado con Estrella para ir a ver la fortaleza medieval del Valentino. Ducha, preparar algo de comida rápido, prepararme la cámara y pasarme la tarde como una guiri, con la Nikon al cuello, enamorándome un poco más de la ciudad, y haciendo confesiones varias.


En la fortaleza había puestecillos de comida típica de Piemonte, y creo que iré algún día a comprar allí, porque al menos la fruta estaba tirada de precio. Y si no he entendido mal a la mujer a la que he preguntado, van a estar allí hasta el último domingo de noviembre. Así que volveré.


Desde allí nos hemos ido hasta el puente desde el que se ve la Mole, y hemos vuelto por el otro lado del río haciendo más fotos, esta vez de la fortaleza y de la facultad de arquitectura reflejadas en el Po. Y como cuando hemos llegado a la estatua de Garibaldi (al lado de mi casa), solo eran las 6, hemos pensado en ir a tomar algo por Vittorio Veneto, pero como nos iban a cobrar el aperitivo, y yo tenía antojo de pizza, hemos decidido hacer algo de tiempo e ir a cenar. Así que hemos llegado a una librería (donde me hubiera comprado unos cuantos libros, pero eran tirando a caros y mi sueldo de erasmus no me da) y después hemos visto una exposición que había sobre los juegos paralímpicos (donde nos hemos enterado de que la pensión diaria para un discapacitado en Italia no llega a los 10 euros). Después de criticar cómo está el mundo, nos hemos ido a la pizzería de las pizzas del ostello (quizás las tengo mitificadas, pero están tan ricas...) y entre las patatas al horno y la pizza de prosciutto e funghi, he sido feliz. Iba a acompañar a Estrella (después de que el hombre de la pizzería nos diera los “buenos días” aunque fueran las 8 y pico de la tarde), pero como hacía ya fresco, me he venido para casa, y después de lavar un par de cosillas y prepararme la comida para mañana (salchichas con vino, ¿qué tal me habrán salido?), he hablado con mis padres y mi hermano, con Lore y con Luis (con los que estoy hablando ahora), he subido algunas fotos al tuenti, y me he dedicado a cambiar el diseño del blog, que llevaba tiempo queriendo poner una foto de Turín... ¿Y cuál mejor que una recién hecha?

domingo, 25 de octubre de 2009

Enamorándome de la ciudad, cada vez más...


Vistas del Río Po a las 6 de la tarde, el día que cambió la hora...

viernes, 23 de octubre de 2009

Vaya semanita, mejor dicho

Si la última vez que escribí me quejaba de que había pasado gran parte del fin de semana mala, ahora os tengo que contar que otra vez lo estoy, pero esta vez con la garganta y con dolor de cabeza que no me deja, prácticamente, levantarme de la cama.

Os cuento. El miércoles por la mañana no fui a clase, porque me dolía la garganta y la tripa, y pensé que sería mejor quedarme en la cama y que se me pasara. Me levanté casi a mediodía bastante mejor, y me fui a italiano. El caso es que estaba lloviendo como si no costara, y como yo odio los paraguas, salí tan feliz con mi chubasquero. Hasta ahí bien. Cogí el autobús y sin darme cuenta, me bajé una parada antes. Esto no hubiera sido un problema si uno de esos muchos conductores italianos desconsiderados no hubiera pasado a toda velocidad por encima de un charco y me hubiera empapado. Vaqueros mojados, llegué a italiano, a ver qué tal se daba. La clase, horrible. La mujer se puso a explicarnos el “trapassato remoto”, vamos, un tiempo verbal de esos que no usa nadie, y a escribir otros en la pizarra... Creo que no soy la única que terminó totalmente perdida.

Y aunque esto que voy a contar es del lunes, se me olvidó, así que os lo cuento ahora, porque tiene relación con que no cogiera el bus para volver a casa: el lunes, al salir, cogimos el tranvía. Todo bien hasta que en la parada siguiente se subió el revisor y nos pidió los billetes “por cortesía”. Lo picamos delante de sus narices, y salvé a Silvia de tener que pagar 25 eurazos porque llevaba un billete de sobra. Menos mal... Por eso, creo que no cogimos el bus para volver el miércoles, y otra vez paseando bajo la lluvia... Cuando llegué me preparé algo de cena, me puse el pijama y me conecté un rato, pero habíamos quedado para el PostCumple de Carla a las 11 en el Shamrock. Cuando llegué sólo estaban Bea, Carlos y Joaquín, y el resto llegaron una hora tarde. Después de llamar a Carla tropecientas veces, decidimos plantarnos en su casa con la cartulina firmada por todos y el pastel hecho de panetone y nutella, y me tocó llamarla aunque fuera la 1,30 de la mañana (si llaman aquí así, yo no abro, de hecho creo que me hago una bolita en la cama y no hago ruido, por si acaso) y allí que subí, contándole una milonga y sin saber cómo alargarla porque estaban tardando demasiado en subir. Por fin subieron, nos comimos el pastel y volvimos, cada uno a su casa y algunos a seguir la juerga.

Cuando llegué a casa, mientras se calentaba un poco, me conecté y hablé (¿cómo no?) con Lore y Luis (sabía que estarían aunque fueran las 3), y me fui a dormir para ir a clase el jueves...

Esa noche fue de esas que siento cosas raras, para mí que era fiebre pero no lo sé porque aún no tengo termómetro (creo que dentro de un rato, cuando coja energías de nuevo después de salir de la ducha, bajaré a comprar uno). Pero me levanté, y me fui a clase. Más me hubiera valido quedarme en la cama... Pero aproveché para comprar un bote de miel (para la leche caliente con miel, de toda la vida) y actimeles, por eso que dicen de que ayuda a mis defensas, que ahora están más bien por los suelos (Patochiste: traeles una escalera). Y hablando de escaleras, me costó más que nunca subir los 118 escalones de mi casa, tanto que en cuanto llegué me puse el pijama y me tiré durmiendo hasta las 7 de la tarde (eran las 12 y cuarto).

Ya no me levanté de la cama en todo el día, me lo pasé tumbada intentando ver un capítulo de una serie (no pasé de los 20 minutos en tres horas) y hablando con unos y con otros. Hasta la 1 y poco, que me fui a dormir. A eso le llamo yo aprovechar el día...durmiendo.

Y hoy... hoy no he hecho mucho, a pesar de que sean las 4 menos veinte de la tarde. Sólo arrastrarme hasta la cocina a prepararme unos calamares y unas bolas de mozzarella (era lo más rápido) y darme una ducha, que ya iba tocando. Lo dicho, si Estrella no me puede comprar las naranjas, bajaré yo, con calma, y las compraré. Además, ayer nada más llegar a casa la cartera (en la acepción de mujer que echa las cartas en los buzones) llamó a mi telefonillo, y quién sabe, lo mismo tengo una carta y todo. Lo mismo es la postal de Lore.

martes, 20 de octubre de 2009

Vaya fin de semana...

Está claro que lo que no me pase a mí en esta ciudad, no le pasa a nadie. Y es que el sábado me lo pasé haciendo el vago todo el día, prácticamente. Sólo hice algo por la noche: me había avisado Jesús de que era el día, y yo tenía pase vip: inauguraban su piso. Y como en teoría el domingo íbamos a ir a Como (un lago que hay en Milán) pero como el sábado por la tarde, en mi habitual visita al Lidl, se lió a llover como si no hubiera llovido nunca, me dijeron que no íbamos.


Aún así, me fui pronto de la fiesta de Jesús, Cris y Carmen porque si no iba a ser imposible volver antes de las 5 a casa. Y me dijeron con los que fui (Irma, Pedro y Verónica) que me fuera con ellos un rato. Así que fui, y empecé a encontrarme mal y Yasmina, Sara y María (a la que acababa de conocer) tuvieron que acompañarme a casa.


El domingo lo pasé fatal, todo el día vomitando... aunque no voy a dar detalles de eso.


Ya ayer conseguí moverme, y empezar a comer algo, y fui a clase pero entre que me habían despertado con las obras que han decidido hacer en el patio de mi casa (que no es particular, precisamente) y que todavía estaba algo pocha, y que tenía el estómago vacío, decidí irme un poco antes, comprarme un paquete de arroz, y después de sufrir para subir los 5 pisos me lo preparé, me conecté un ratito y me eché a dormir. El arroz estaba incomible, y encima calculé mal, hice el doble de lo que necesitaba... Pero fue la siesta lo que mejor me sentó.


Había quedado con Silvia y Bea para ir al curso de italiano, y allí hicimos un examen, extraño como él solo, y luego nos invitó Bea a cenar en su casa. Yo iba a comer solo jamón york, pero como ya había comprobado que un sandwich me había sentado bien, y lo que había era pasta, comí lo mismo que todos. Pero sin tomate.


Me vine a casa y me conecté, para variar. Así estuve hasta bastante tarde, porque la vecina no es nada considerada y grita, y para colmo su colchón hace ruidos... Así que estuve aguantando como pude, escuchando música.


Esta mañana, otra vez, han empezado con los ruidos a las 8 de la mañana... Me he fabricado unos tapones improvisados, y a las 10 y algo, cuando he decidido que era buen momento para levantarme, ya llevaban bastante rato sin hacer ruido. Son como los de Madrid, y como mi vecino de arriba en Móstoles: cuando saben que te han despertado ya, dejan de hacer ruido... Así que nada, me he comido unas galletitas de estrellitas para desayunar, me he dado una ducha y me he ido a clase con energías renovadas. Hoy hasta he conseguido entender algo, aunque tampoco demasiado...


Me he fotocopiado todos los apuntes de Maria Elisa, y me he despedido de ella, porque mañana se va a Londres. Así que veremos cómo sobrevivo en Linguaggio Giornalistico sin ella. Y aunque con la frase anterior dé la impresión de que sólo la quiero para que me deje los apuntes, no es cierto: me cae genial, me parece un encanto de niña. He dicho.


Me he venido a comer, con intención de comerme el arroz asquerosillo de ayer, y cuando lo he visto ha sido el momento de buscar un Plan B: judías verdes con atún y un tomate, y fruta. Y como intento ser responsable, en vez de dormir siesta me he ido a la lavandería. Puede que haya influido el ruido de las obras, pero era algo que había decidido por el camino. Así que allá que he ido, sin cargarme excesivamente, y con un libro (Tres sombreros de copa, y Lore llenando mi mueble de libros). He aprovechado para comprar folios, y post-its, y después de extender toda la ropa que no estaba seca del todo, me he ido con Bea al Lidl. Luego he subido, me he conectado y entre cena, hablar con unos y con otros, convencer a Cris de que se venga y demás, aquí estoy...

sábado, 17 de octubre de 2009

Haciendo balance

Ya ha pasado mi primer mes aquí, y si soy sincera, por una parte se me ha hecho bastante largo, pero por otra... El caso es que no estoy acostumbrada a la vida que llevo aquí, y aunque parece que esta semana se está relajando bastante, ha tenido sus días de no parar, de caer rendida en la cama por haber estado de un lado para otro. Claro, ahora ya ha empezado todo el mundo sus clases, cada uno va a lo suyo, y yo, que no tengo compis de piso (Coco y Trancas están muy callados últimamente) tengo mis momentos de aburrimiento, de necesitar invasiones... ya sabeis cómo soy...

Pero bueno, no me puedo quejar. El miércoles por la noche, aprovechando el día del espectador, nos fuimos al cine. Y a ver, sé que Tarantino no es mi tipo de peli favorita, pero fue por eso: por salir, por relacionarme un rato... Pero no, no me gustó la peli, aunque sí, sí la entendí (casi todo, menos algún que otro diálogo que tuve que imaginarme qué decían, pero no me quedaba del todo claro...)

El jueves empezó una nueva asignatura: Linguaggio radiofonico. Y después de haberme traumatizado porque en la de Linguaggio giornalistico no entendía nada pensaba que esta sería igual. Pero no. Y cuando fui a contarle al profe que soy erasmus y que en ciertos trozos de la clase me pierdo, me dijo que “buon lavoro”. Y ahora me estoy planteando si apuntarme, porque nos contó que hay una radio o algo así hecha por los alumnos. Pero con mi modesto nivel de italiano, no sé... Lo consultaré con la almohada de aquí al jueves, pero la verdad es que lo veo. Así no pasaré tantos ratos sola en casa sola y aburrida...

Después de esa clase me vine a por el portátil a casa y me fui al Valentino. Y la verdad es que sentadita al sol no se estaba tan mal, porque el frío está empezando a llegar. Como diría el Señor Pato, los pingüinos van a empezar a invadir Turín... Y me llamó Carlos para decirme que se iban a la mensa, así que allá que fui a comer. Y por primera vez en un mes, no comí macarrones sino spaghetti. Sé que no deja de ser pasta, pero al menos varía. Y después de eso me vine a dormir la siesta, que la verdad es que fue bastante larga (me desperté a las 18:30) y me conecté para hablar con las enanas y con Lore. Y me llamó Carlos para contarme que estaba aburrido en casa, y le dije que se viniera.

Pensaba cenar el trozo que quedaba de tortilla, pero como se me había ocurrido subir la potencia del frigorífico, se había congelado. Así que cenamos sandwichs calentitos de queso, mantequilla y mortadela. Y aunque alguno se chamuscó un poco más de la cuenta, estaban ricos... Y después de bebernos una moretti a medias nos fuimos a casa de Silvia y Alba a bebernos allí las cervezas que llevábamos, y cuando llegó Bea nos fuimos al Valentino. Fui responsable y como pensaba ir hoy a clase me vine a las 2 menos algo. Y tengo que confesar que mientras me preparaba un vasito de leche calentita me conecté: sabía que a esas horas iba a pillar a Lore y Luis conectados...

Y otra confesión: esta mañana me he planteado lo de no levantarme. Pero insisto: he sido responsable y he ido a clase (me ha convencido lo de haberme venido pronto para luego no ir a clase). Al salir pensaba echarme una buena siesta, pero entre que he pasado a comprar pan y que he pillado a mi madre conectada al skype, y luego ha entrado Lore, lo que he hecho ha sido comer pronto (esta vez sí, tortilla recalentada en la sartén, ya que no tengo ni un triste microondas, y lomito) e irme a leer un rato y dormir.

Al levantarme (también un poco tarde, para qué nos vamos a engañar, pero no tenía nada mejor que hacer) me he dado una duchita, he recogido todo lo que había por medio y me he vuelto a conectar. Y así ha pasado mi tarde. He cenado, he acabado de pasar los apuntes que me dejó Maria Elisa y aquí estoy, esperando a que venga Bea para irnos al plan del viernes: botellón en los soportales de Vittorio Veneto, y Lapsus. Supongo que mañana, antes de subirlo, os contaré cómo ha ido la noche... o no.

Cambios: en vez de pasar frío en las gradas de la Unito o en los soportales de Vittorio Veneto, estuvimos en casa de Silvia y Alba hasta las 3 o por ahí, escuchando música y de risas, y después de eso fuimos al Lapsus. Me acosté a las 6 y prácticamente me acabo de levantar.

“La inactividad induce a pensar, y los pensamientos pueden resultar peligrosos, como cualquiera que viva solo entenderá enseguida”. Brooklyn Follies, Paul Auster.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Recuerda: que parezca un accidente (teóricamente publicado ayer, aunque Blogspot me la jugó)

(Como ya digo en el título, en teoría esto quedó publicado ayer, pero Blogspot no me hizo caso, tardó demasiado y me tenía que ir, así que aquí os lo dejo. Pero que sepáis que ya he visto la peli (la entendí y todo), que el profe de hoy me ha dicho que "buen trabajo" por entender casi todo en clase, y que ya os contaré detalles).

Gran frase la que me ha dicho Azu con motivo de la visita de mi casera a casa (valga la redundancia). Pero bueno, empecemos por el principio...

Ayer no hice mucho más después de subir la entrada anterior. Leí, y descubrí que mi vecina de al lado es multiorgásmica, o que finge. El caso es que no me podía dormir, entre eso y una alarma que sonaba cada 5 minutos... Pero finalmente lo conseguí. Y esta mañana el despertador ha sonado a las 8 por primera vez, aunque he estado dando vueltas hasta las 9. He desayunado, he estirado la cama y fregado los platos, y me he ido a clase...

En teoría hoy era mi primer día de Comunicazione pubblica, así que he ido a hablar con la profe y me ha dicho que, para cuatro clases que quedan, mejor me vaya a la de la segunda parte del primer cuatrimestre... Así que eso haré, supongo. Así que para hacer tiempo hasta las 12, que tenía la siguiente clase, me he sentado en una terracita a tomarme un capuccino (me estoy volviendo adicta, creo) y he empezado a pasar los apuntes que me había dejado Maria Elisa. Como me estaba congelando, me he metido en la sala de estudio que había por ahí cerca (madre mía, qué responsable soy) y en eso me ha llamado la tal Cristiana para decirme que sobre las 2 venía con el “idraulico”, lo que viene siendo el fontanero. Y me he pasado toda la mañana cabreada porque me ha dicho que tenía que pagar yo si quería comprar lo del baño que se caía a trozos. Así que he decidido salir un poco antes de clase para estar cuando vinieran, y decirle todo lo que está mal en la casa.

Antes de que llegara me he conectado un ratito, y he pillado conectada a Azu. De ahí viene la frase que titula esta entrada, porque le he contado que venía la casera y que veía que iba a discutir con ella. Y como despedida me ha dicho: “Recuerda, que parezca un accidente”. Y yo le he dicho que quizás tendría que dejarle un ojo como el mío. Pero la tía ha venido en son de paz, con la tapa del WC y lo demás que tenía que cambiar el fontanero, me ha dado dos sillas que se las ha quitado a las de la buhardilla del fondo, y me ha dicho qué podía hacer con todo lo que no quiero: la almohada asquerosa, tirarla a la basura, la estufa ya vendrá a por ella (o la puedo utilizar de mesa), y las sillas, mientras aguanten, que las deje, o que las tire si se terminan de romper. Y la lámpara... de la lámpara no ha dicho nada... La dejaré encima del armario...

Mientras el fontanero estaba aquí he escrito la postal de Lore, y cuando se ha ido he sacado la tortilla y un poco de jamón para comer. Me ha jodío lo de ir a la mensa, pero bueno, tampoco he comido mal. Y después de eso, he escuchado uno de los programas de radio, he leído y me he echado una buena siesta. Y he llamado a ver qué iba a hacer la gente, pero nadie ha hecho nada. Así que me he ido a comprar un cogedor nuevo (el que tenía es una mierda) y he lavado la ropa que tengo que lavar a mano. Y ahora estoy conectada, hablando un ratito con la gente, y debería cenar porque he quedado a las 21:30 en la puerta del cine para ver Bastardi senza gloria (Malditos bastardos). Así que ya os contaré si me he enterado de algo en la peli.


(Esto es lo más llena que va a estar mi despensa en todo el curso)

Las paredes de mi casa








martes, 13 de octubre de 2009

Qué de cosas os tengo que contar

La primera de las cosas que os tengo que contar es que me equivoqué de día que venían mis padres, así que el jueves, sobre las 11 de la mañana, llamé a mi padre para ver dónde estaban, ya que no me había dado el toque para avisarme de que habían cogido el bus de Malpensa a Turín. Os podéis imaginar la cara de tonta que se me quedó cuando dijo que estaba en el trabajo, y que venían al día siguiente... Pero bueno, antes de eso pasaron otras cosas: me destrocé para volver de la lavandería, y después de un rato esperando al autobús llegué a la conclusión de que ir a la mensa me pillaba de camino, así que fui a por energías y me ayudó Carla a traer toda la ropa. Ahora ya tengo moretti en la nevera, le debo una, que se la merece...


Por la tarde estuve organizando un poco la ropa, intentando que terminara de secarse, y como vi que las sábanas no se iban a secar para la noche ni de coña, decidí volver a la lavandería con ellas, y de paso me llevé el portátil y estuve un rato en el Palazzo Nuovo. Mientras fui llamando a la gente para ver qué iban a hacer: fiesta de San Fermín, a la que no tenía excesivas ganas de ir, pero por el camino de vuelta a casa me encontré con Estrella y me convenció. Fuimos las dos al cajero para sacar algo de dinero, y ella descubrió que le habían robado la cartera, así que con el disgusto nos fuimos cada una por nuestro lado, y yo salí para ir a la famosa fiesta. Cuando lo estaba buscando me llamó Joaquín para decirme que era imposible entrar, y que iban al McDonalds, así que me fui directa allí para cenar. Cenamos y volvimos al sitio para ver si se había despejado un poco, pero como vimos que seguía igual, terminamos en el Shamrock. Me sentí la “rara”: todos iban de blanco (era lo que había que llevar a la fiesta) y yo de rojo. Todos bebieron San Miguel, y yo probé la Fosters (una cerveza australiana bastante rica). Como en teoría al día siguiente tenía que madrugar, me fui pronto, y me acompañó Carlos hasta la puerta de casa.


Del jueves ya os he contado mi mañana. Así que después de eso me metí en la ducha, y llamé a Estrella por si quería que le acompañara a denunciar lo de la cartera y demás. Preguntamos a un policía en Piazza Castello dónde había una comisaría, y no tendría mucha idea cuando le tuvo que preguntar a su compañero. Y no nos supo explicar. Eso sí, nos miró, sin discrección ninguna, el culo en cuanto nos dimos la vuelta.

Y allá que fuimos, a hacer la denuncia... Nos atendió una señora que nos hablaba mitad inglés, mitad italiano, y en eso llegó otra chica a la que también le habían robado la cartera, y tenía los ojos como de haberse pasado toda la noche llorando... Salimos de allí, y fuimos al consulado (honorífico, vamos, que están ahí para nada) para que hicieran un papel a Estrella, porque tenía el vuelo de vuelta a Madrid para el sábado (dos días después). Allí, una señora muy desagradable nos dijo que allí sólo hacen traducciones (que me expliquen cómo, porque apenas hablaba español) y nos abrió la puerta para que nos largáramos. Con el cabreo, al final consiguió hablar con los de Milán, y allí se lo solucionaron. Y nos fuimos a la mensa... otra aventura: Estrella aún no tenía la tarjeta, pero yo le convencí para que comiéramos allí (básicamente, por no comer sola). Le explicó que es erasmus, y que le habían robado la cartera (eso era verdad), y para sorpresa mía, le hizo meter su nombre en la pantalla... Menos mal que había otra con el mismo apellido, y aunque la tía se mosqueó un montón, al final Estrella comió. Eso sí, acojonada pensando que le iban a echar, y que la mujer le iba a vetar la entrada en próximos días.

Me acompañó al Lidl, y por fin encontré una fregona (que falta le hacía a mi casa), y llamé para ver si iban a ir al recibimiento de erasmus en el rectorado de la universidad, así que me planté en casa de Alba y Silvia, y también llegó Joaquín, y nos fuimos todos juntos. Allí nos dieron otra charla (qué gente tan aficionada a las charlas), y luego pusieron un montón de comida, y se empeñaron en hacer una foto de todos juntos. Después de eso fuimos a comprar para el botellón de esa noche, y a cenar a la mensa. Fui a ver la casa de Bea con Carlos y Joaquín, e hicimos un pacto, pero no puedo contarlo aquí, por si alguno de los “afectados” me lee... (una es un poco ilusa, y se piensa que le leen...)


Estuve un rato en el Valentino. En realidad, hasta las 3, a pesar de que me chantajearon con no volver a hablarme en todo el curso si me iba, pero me fui y me siguen hablando. Al menos por teléfono... Y según esta mala gente, tengo cara de llamarme Raimunda...

El viernes me levanté prontito, para recoger un poco la casa (para que mis padres vieran que me estoy volviendo responsable) e irme a buscarles. Llegaron a las 12, nos peleamos con las maletas para subirlas al tranvía y los 118 escalones de mi casa, y es que encima una de ellas llegó rota (se ha convertido en un “armario” para meter cosas que no uso habitualmente).Deshicimos las maletas y coloqué algunas cosas en sus futuros sitios, y nos fuimos a dar una vuelta y buscar dónde comer. Les enseñé Vía Po, la zona del río, Vittorio Veneto, Via Roma, y callejeamos por aquí. Acabamos comiendo en la Plaza San Carlo, y por no perder las buenas costumbres, comí pasta (hoy es martes, y desde el viernes no la he vuelto a probar, mañana volveré a la pasta, supongo).

Mientras comíamos se lió una buena tormenta, y yo pensé que ya la habíamos liado, pero no... Sólo llovió un rato (aunque bien, todo hay que decirlo). Entramos a algunas tiendas, seguimos dando vueltas por aquí, estuvimos en Porta Nuova (la estación de tren) para ver dónde había trenes, y dónde podíamos ir. Nos decidimos por Aosta. Fuimos al Lidl para llenar mi nevera, y nos vinimos a cenar a casa, y a hinchar el colchón en el que me iba a tocar dormir. Cuál fue nuestra sorpresa cuando descubrimos que la bomba para inflarlo no funcionaba... Llamé para ver si me adoptaba alguien, y Silvia y Alba se ofrecieron, pero como estaba cansada, teóricamente iba a madrugar el sábado para ir a Aosta y no estaban en casa, terminé durmiendo en el colchón sin inflar, con el saco. Dormí malamente, como podréis suponer...


El sábado por la mañana los planes no salieron como pensábamos: a mi madre le dolía la cabeza, así que le dejamos solita en casa y nos fuimos a buscar una ferretería donde comprar una bomba y, de paso, hacer un

a copia de la llave de casa. Después de dar tropecientasmil vueltas, acabamos encontrando la parada del tranvía que llevaba a Carrefour, ilusos de nosotros, pensando que allí podríamos hacer las dos cosas. No hicimos ninguna, pero eso sí, compramos un montón de comida y cosas para la casa...

Cuando volvimos a casa comimos, y nos preparamos para ir a Aosta. Pero vimos que íbamos a llegar tardísimo, y que cuando llegáramos nos iba a tocar venirnos, así que optamos por ir el domingo tempranito. Y la tarde del sábado la pasamos viendo tiendas y paseando por la ciudad. Acabamos comprando la bomba en unos chinos (hemos descubierto que de Vittorio Emanuele hacia abajo hay varios, por mi zona hay, como mucho, dos.

..) Compramos un montón de Moretti (la cerveza de aquí) y subimos a casa para dejar todo, e inflar el colchón. Ahí estuvimos los tres haciendo un buen ejercicio hasta que el bicho estuvo listo para que durmiera yo... Como era pronto fuimos a dar otro paseo. En Via Po me encontré con Bea, Carlos, Joaquín, Alba y Silvia mientras buscaba la calle donde estaba la pizzería del ostello... Después de unas cuantas vueltas, y de preguntar a mucha gente, terminamos encontrándola, y nos pedimos una maxi de cuatro quesos con sus respectivas moretti. Les enseñé un poco el ambiente del murazzi (la zona de marcha) un sábado por la noche, pero estaban abriendo y no había demasiada gente. Ese día nos fuimos pronto a dormir, porque el domingo íbamos a coger el tren de las 9 y media a Aosta.

Así que como podeis imaginar, nadie me libró del madrugón. Eso explica que fuera tan dormida, y con el estrés de que íbamos a perder el tren y que ningún autobús pasaba, iba mirando para ver si nos iba a tocar correr para coger uno, y no vi la farola... (como sé que sois unos cotillas, y que ya debe saberlo t

odo el mundo, os lo cuento...) Así que ahora tengo el ojo totalmente morado... Al que se ría le miro mal. Y ahora doy más miedo.


El viaje en tren es precioso. Eso sí que está metido en los Alpes (Turín algo menos, Señor Pato, va por ti). Así que me emocioné a hacer fotos del paisaje... Aunque eso sí, Aosta como ciudad en octubre, y cuando hace calor, me pareció algo sosa. Sí, tiene unos cuantos castillos y algún que otro monumento, pero no tiene ni una triste oficina de turismo a la que ir para que te cuenten qué ver.

El caso es que llegamos allí a las 11 y media o así, y a la hora de comer ya estábamos preparados para irnos. Preguntamos en la estación de tren y en la de autobuses si había algo para Suiza: un autobús con el que teníamos que hacer noche allí. Pero como no íbamos preparados, decidimos volver a Turín. Convencidos,

los tres, de que como ciudad, Turín es mucho más bonito, aunque el paisaje de Aosta valga mucho la pena. Volveré en invierno, a ver...


Nada más subir al tren, me llamó Jose para ir a tomar el aperitivo, así que quedamos con ellos. En el tren me eché una buena siesta, me desperté 10 minutos antes de llegar a Porta Susa (la otra estación de Turín). Dejamos las cosas en casa, y como habíamos visto un mercadillo desde el autobús, y quedaba un rato hasta qu

e habíamos quedado con Jose, allá que nos fuimos. Madama Cristina estaba hasta arriba de puestos, y me compré dos pares de medias, y me quedé mirando los cuadros masai que vendía un chico. Me lo rebajó de 25 a 10 euros, y embaucó a mis padres para que me lo compraran, diciendo que soy “molto bella”, y que me “voglio bene”. Me cayó bien, se llamaba Mamadou.


A las 19.30 estábamos en el portal de Jose, y fuimos a Piazza Carlo Felice a tomar el aperitivo, con Silvia, la tía de Jose, y la niña, que tenía un cabreo muy serio... Estuvimos un buen rato con ellos, probé el aperitivo sin alcohol (un zumo raro, que llevaba naranja y no sé qué más...). Cuando nos fuimos era algo pronto, y me les llevé al Shamrock a probar cervezas raras: yo volví a pedir una Fosters, mi padre una alemana, y mi madre una que no sabíamos que era negra. La probó y como no le gustaba, acabamos cambiándolas. Volvimos a casita, y como yo tenía que ir a clase el lunes, tampoco me acosté muy tarde.


El lunes, como ya he dicho, me fui a clase, solucionamos el problema de las llaves (ya pudo hacer las copias), y para variar, no entendía nada... La gente se me quedaba mirando por el ojo morado, y me crucé con Alba y Silvia y les conté (bueno, me sacaron la información, a mí me daba vergüenza contarlo) qué me había pasado. Hubo quien me preguntó con quién me había pegado... Ni que una fuera violenta, ay que ver...


Volví a comer a casa, no sin antes dar envidia a las de Valladolid, que decían que en la mensa me esperaba mi plato de pasta... Pero no, tenía la comida preparada en casita... Después de comer fuimos a la Mole, pero yo no había caído en que era lunes, y que los lunes en esta ciudad cierran todo... Así que una vez más, empezamos a andar: descubrí una zona que no sabía que existía, con restos de un castillo, el museo de la antigüedad y una iglesia en la que había un cartel en la puerta de que había que apagar el móvil y había un cura que predicaba con el ejemplo, con el móvil en la oreja. Me quedé con ganas de hacer una foto de las dos cosas juntas, hubiera tenido gracia...


Después llegamos a una parte de Via Garibaldi, y seguimos hasta Piazza Statuto, para que la vieran. No sé, me parece una plaza bastante bonita. Aunque es verdad que las calles y los edificios de esta ciudad me tienen embobada... Volvimos a bajar hasta Piazza Castello, y de allí a Vittorio Veneto buscando dónde tomar el aperitivo, otra vez. Y para hacer tiempo, bajamos hasta el río, y estuvimos un rato sentados en el murazzi, contemplando las vistas: los puentes, el monte de los capuccini la iglesia de Gran Madre de Dio. Me tomé un batido con fresa, coco y naranja, y dos platos de aperitivo, en el sitio donde un día nos quedamos María, Rita y yo, babeando detrás del escaparate viendo la comida. Al salir de allí, como era muy pronto todavía, fuimos a buscar dónde se podría tomar mi madre un capuccino, y descubrimos que a las 9 de la noche sólo había una cafetería abierta, y no nos gustó demasiado el ambiente, así que decidimos bajar a desayunar hoy... Así que volvimos a casa, y me conecté un ratito. Esto de tener internet...


Esta mañana, como habíamos dicho, hemos bajado a desayunar a la cafetería de uno de los primeros días aquí: dos capuchinos y dos bollitos que estaban bastante ricos, todo hay que decirlo. Y de allí nos hemos ido a la lavandería. Mientras se lavaba la ropa hemos entrado a la tienda de todo a 85 céntimos, e intentado entender y comprender a una mujer que se ha dejado un dineral en lavar y secar unos trapos que, por lo que he entendido, eran para que los cuadros no cogieran polvo, y que le ha dicho a mi madre que no eran sábanas. Boh.


Hemos vuelto a casa, hemos comido bastante rápido, han organizado lo que tenían que llevarse, y a las 2 y cuarto hemos salido hacia la estación. Nos ha tocado correr para coger el tranvía, pero al final hemos llegado a tiempo. Odio las despedidas, aunque ha sido bastante graciosa: ellos subidos en el autobús, sin que yo apenas pudiera verles porque los cristales estaban tintados, pero me han escrito en un papel la palabra “juerga”, y me han dicho que tuviera cuidado con el árbol que tenía al lado. La verdad es que ahora voy siempre mirando para adelante, que no quiero que el otro ojo también se ponga morado... También me han dicho que cuando volviera a casa me durmiera un rato, pero no tenía sueño. En el bus de vuelta a casa he llamado a la gente a ver qué iban a hacer, y como no había nada concreto, he hecho caso y me he echado una siestecilla. Eso sí, para hacer sueño he leído un rato, estoy enganchada a Brooklyn Follies.


A las 5 me he despertado, he terminado de pegar las fotos, he hablado con Silvia y hemos quedado en que cuando el casero se fuera, me llamaban. Me he conectado, he hablado con Azu, Óscar, Rober y las canijas, que me han preguntado dónde estoy, y me han confesado que se les había olvidado hacerme el dibujo. Y me han visto por la cámara. Yo también quiero... En esas estaba cuando me ha llamado Silvia, así que me he ido para su casa, y allí he estado hasta las 9. Han intentado convencerme para salir hoy, pero como soy responsable y quiero empezar mañana a ir a una clase que empieza a las 10, me he venido a casa a darme una duchita y cenarme la tortilla que me ha dejado mi madre preparada. Y es que me han dejado la nevera llena... Dicen que cuando se me acaben las provisiones, vuelven...


Y aquí estoy: son las 11 menos cinco, y a ver si me vuelvo responsable también con el blog y os actualizo más a menudo. Tendréis noticias mías...

miércoles, 7 de octubre de 2009

7 de octubre, San Fermín, y yo escribiendo en la lavandería

No sé en qué día vivo. Creo que es miércoles. Así que os voy a contar un poco, si me acuerdo, qué hice el lunes, el martes y lo que va de hoy.


El lunes... tomároslo a broma, pero es verdad que no me acuerdo de qué hice... Creo que me levanté sobre las 11:30, así que recuperé todo el sueño acumulado. Recogí lo que había por medio (sí, mamá, me estoy volviendo ordenada) y me fui a gorronearles un poco de wifi a los de la Unito. Y poco más antes de ir a comer. Había quedado con la gente a la una y cuarto, y nada más llegar a la mensa me llegó un sms de Carlos diciendo que llegarían más tarde. Y como coincidí con los de Valladolid, me senté con ellos. Y por fin probé las pizzas de la mensa, están ricas, hay que reconocerlo, pero no son como las del ostello... Después de comer estuve intentando localizar a Estrella, ya que llevábamos todo el día escribiéndonos por el tuenti, y para quedar. Me quedé con Carlos, y estuvimos dando una vuelta hasta las 4, que había quedado en Vittorio Veneto con Estrella. Por fin nos encontramos, aunque tuve mis momentos de duda... Y estuvimos en la facultad de biología, porque se quería conectar Carlos, y a las 7 habíamos quedado con el resto de la gente, para ir a tomar un capuchino. Aunque hay que decir que la idea inicial era subir al monte de los capuchinos...


Ah, y tengo que contaros que tengo un cabreo muy serio con los de Wind, y que me dieron ganas de ir a la tienda donde me hicieron la tarjeta a tirarles piedras, pero me contuve. Y es que yo, feliz de mí, me he liado a mandar sms pensando que tenía 4.000 sms al mes, y la muy zorra de la tienda me lo cobró pero no me lo activó. Y no te dan ningún ticket con el que reclamar... Así que me sale más rentable hacerme una tarjeta nueva, cuando gaste el saldo, porque encima recargué 10 euros un rato antes... Menos mal que sigo teniendo llamadas gratis.


Pero volvamos al tema. Fuimos a buscar un sitio donde decían que el aperitivo estaba muy bien, pero cuando llegamos había 4 cosas. Así que terminamos en una pizzería de Via Po, y yo compartiendo una margherita con Bea. Después de eso nos fuimos cada uno a nuestra casa, y yo entre que seguía a oscuras, que no pillaba wi-fi y que al día siguiente tenía que madrugar para volver a Ikea, me fui a dormir bastante prontito.


El martes fue también un día intenso. Mi despertador empezó a sonar a las 7 y pico, por eso de darme el placer de poder apagarlo unas cuantas veces, y como a las 8,30 (o más bien nueve menos cuarto) me levanté. Habíamos quedado a las 10 en Porta Nuova, y cuando iba a meterme en la ducha me envió un sms Alba, que mejor a las 10 y cuarto porque a ellas tampoco les daba tiempo. Así que me vino genial, hay que reconocerlo. Y aunque llegamos un poco tarde las 3 (Alba y Silvia, que venían juntas, y yo), a las 11 y cuarto ya estábamos en Ikea, peleándome con la maquinita de hacer la tarjeta de las narices. No lo conseguí. Ayer compré un par de flexos (de los que uno no funciona, así que espero que algún alma caritativa que vaya a ir a Ikea me descambie, porque me niego a volver), y sus respectivas bombillas, alguna toalla más, más cojines, tuppers y alguna cosilla más para la cocina. Comimos allí, esta vez de barato (comer arriba es mucho más caro), una minipizza, un miniperrito y toda la bebida y café que quisiéramos. Robé unos cuantos azúcares y la cucharilla del café, y nos fuimos a la parada. Nos tocó esperar un buen rato, y decidimos no bajarnos en Fermi porque el bus llegaba hasta Porta Nuova, así que cociéndome y intentando no dormirme, llegamos cerca de casa. Me compré el libro de 1.000 recetas de cocina por 3 euros, y me cogí un bus que me dejó el Della Rocca.


Cuando llegué a casa organicé todo lo que había comprado, robé un rato de internet a DLINK y llamé a la gente a ver dónde estaban. Me dijeron que me esperaban en el bar del Valentino, y me fui para allá. Desde allí nos fuimos Joaquín, Bea y yo a casa de Bea, y allí estuve gorroneando internet y un teléfono con el que llamar a España sale gratis, así que hablé con Óscar, y más tarde con Rober y las niñas, que me dijeron que iban a cenar tortilla de patata (qué suerte), y que “mañana te hacemos un dibujo para tu casa nueva, que hoy ya es muy tarde”. Y después de eso, nos fuimos a la teórica fiesta española, cuando conseguimos encontrar el autobús. Pero cuando vimos el panorama, preferimos irnos a cenar, ya que nos habían engañado y sí, había tortilla de patata, pero te cobraban 1.90 por el pincho. Lo único que me gustó es que cuando llegamos estaba sonando Rojitas las orejas, de Extrechinato. Pero teníamos hambre, y como estábamos en Vittorio Emanuele, nos fuimos al Horas, el kebab rico donde hacen la masa. Todos nos pedimos en kebab con mozzarella, y como se les olvidaron las patatas, Bea las reclamó y nos pusieron un plato para todos, y con una especie de croquetas y otra cosa. También nos trajeron un vasito de té, y un postre de coco que estaba muy rico. Y desde allí, en teoría, íbamos a volver a la fiesta pero yo estaba cansada, y me fui para casa. Y de paso, me acompañaron Bea y Carlos hasta algún punto de Via dei mille. En casa me volví a pelear con el flexo, para ver si era capaz de montarlo, pero no. Así que lo apañé como pude. Y estuve lavando los jerseys a mano, y preparando todo lo que tenía que traerme a la lavandería. Y leí un rato, aprovechando que ya tenía algo más de luz, y me dormí.


Esta mañana me he despertado como a las 10,30, he desayunado, me he duchado y he ido a volverme loca para encontrar la dichosa lavandería que me había dicho Alba, en via San Massimo. Pero no la he encontrado, aunque he dado tropecientasmil vueltas cargada como una mula. Así que al final he optado por venirme a la que había visto ya alguna vez, pero que tampoco me acordaba de dónde estaba. Está (para futuras búsquedas), en la calle de la Mole, al lado de la tienda de todo a 85 céntimos, y al lado del Palazzo Nuovo. Eso sí, no se pilla el wifi de la Unito, qué mala gente.


Y aquí estoy, esperando a que la secadora se quede libre para poder secar mi ropa. Ahora volveré a cargarme como una mula, me iré a casa, extenderé lo que no haya podido meter en la secadora para que se seque un año de estos, y me iré a la mensa a ver si como. Volveré a la pasta, que llevo tres días sin catarla. Se me está poniendo cara de pizza.


Y ya no sé cuándo volveré a contaros mi vida, ya que mañana vienen mis padres, y no sé si nos iremos a ver sitios, o qué haremos.

lunes, 5 de octubre de 2009

Fotitos!!

Una noche de fiesta













En la casa de Via Po, pillando internet de la Unito

















Otra noche de fiesta

Billetes, billetes, billetes. Y contigo no, bicho

Por un momento he pensado que podría subir lo que escribiera al mismo tiempo, pero no: mi vecino “DLINK” se ha desconectado antes de tiempo. Así que es domingo a las 23:15, y me parece demasiado triste irme ya a dormir (sobre todo porque me he levantado a las 4 de la tarde), no tengo tele, ni internet, ni la luz suficiente como para poder leer desde la cama. Así que os contaré un poco mi vida, aunque no la vayáis a poder leer hasta a saber cuándo.

Os preguntaréis por qué este título para la entrada, pero eso os lo contaré después. Vamos por orden. Lo último que os conté fue el cabreo que tenía porque no se habían acordado de mí. Después de eso decidí dormirme un rato de siesta. A las 5 y media me desperté (creo que eran las 5 y media), porque había un tío hablando al lado de aquí, porque había conciertos y cosas. Pero antes de ver eso me fui a comprar al Lidl, y mi adquisición más original fue una planta de albahaca por un euro. Otra vez volví bastante cargadita, esta vez con dos bolsas, y con la planta cambiando de mano. Cuando coloqué todo y ordené un poquito las cosas (mi madre no se lo va a creer, pero aquí hasta me estoy volviendo ordenada), llamé a Joaquín, que me dijo que habían quedado a las 7 en el bar del Valentino para comprar los billetes, y sobre las 6 y 25 me bajé, vi lo de los conciertos, y en el bar me pedí una cervecilla para no cargar mi conciencia con gorronearles internet a cambio de nada. Me bajé donde no había nadie, al lado del río, pero la conexión no hacía más que caerse, así que me subí para arriba de nuevo y comprobé que ahí funcionaba perfectamente. Y aunque habíamos quedado a las 7, no empezó a aparecer gente hasta las 8 menos cuarto. Durante ese tiempo hablé con mis padres y con Isa y me compré el billete para Praga: del 19 al 24 de noviembre. Cuando llegaron los demás, cogimos los de vuelta a Madrid (porque para volver cada uno en un avión distinto y todos el mismo día, mejor nos vamos todos juntos). Vuelvo el 18 de diciembre y estoy allí hasta el 11 de enero, así que id haciéndome huecos para veros a todos. Y para rematar, también compramos billetes a Oslo. ¿Quién me iba a decir a mí que durante mi año en Turín fuera a conocer también Oslo? Pero es que Carla encontró una oferta, Milán-Oslo por 12 euros ida y vuelta. Así que en marzo, a Noruega.

Después de todo eso, pedimos una pizza en Pizza Ad Hoc (los que nos llevaban las pizzas al ostello) para que la trajeran a mi casa. Allí cenamos Bea, Carlos, Joaquín, Anael (el compañero de piso luxemburgués de Joaquín) y yo. Y así descubrimos dos cosas: que una de las sillas de mi casa se cae, literalmente, a trozos (mañana llamo a la casera para contárselo), y que no suben las pizzas hasta casa, hay que bajar a buscarlas al portal.

Cuando terminamos de cenar nos fuimos otra vez a casa de Silvia y Alba, que habían comprado para preparar mojitos. Yo seguía un poco mustia, pero poco a poco fui animándome. Maria del Mar y yo nos bajamos con Carla, porque ella quería un café, y nosotras un helado. Cuando subimos otra vez empezamos a cantar, y ahí fue cuando me animé del todo. Eso sí, esta mañana cuando me he levantado (bueno, si hablamos con propiedad tendré que decir mejor “esta tarde”), tenía voz de camionero. Y sobre las 4 nos fuimos al murazzi. Por fin, después de dos semanas en Turín, salí para quedarme en el murazzi. Estuvimos en un sitio que se llama Alcatraz, creo, y me encantó, ponían de todo. Me marcó que cuando llegamos empezó a sonar la de cannabis, de SKA-P. Es la segunda vez que escucho esta canción en garitos de aquí. Me gusta. Igual que me gusta soltar lo de “Contigo no, bicho” a italianos babosos. Fue un reto, Carlos nos dijo a Silvia y a mí que no nos atrevíamos a soltárselo a alguno. Cumplimos las dos.

A las 6 menos algo nos fuimos cada uno por su lado. A mí me acompañaron dos chicas hasta la puerta del portal, porque había un tío que me daba mal rollo. Fue gracioso, porque por un momento pensé que era vecino mío o algo, pero intentó abrir el portal y nos dio la impresión de que con la borrachera, se equivocó de portal. Así que me subí tranquilamente, y a las 6 de la mañana me fui a dormir.

Y hoy ha sido un día corto. Me he despertado sobre las 12, pero al rato me he vuelto a dormir (es lo que tiene remolonear en la cama nada más despertarte). Y a saber a qué hora me hubiera levantado, si no llega a ser porque Carlos me ha llamado para ver si se me había pasado el bajón, a las 4 de la tarde. Así que me he levantado, me he preparado un par de huevos fritos (necesito tomate frito, solos no terminan de convencerme, y mucho menos si los mojo con pan de molde), con un poco de mozzarella (qué vicio), y con chorizo. Y una naranja. Ha sido el primer día que he comido en casa, y tampoco ha sido tan malo. Aunque siempre que pueda, prefiero comer en la mensa, sale más barato. Pero los domingos no...

Otra vez más, he recogido las cuatro cosas que había por medio, me he duchado y cuando he salido he descubierto que se había conectado internet (gracias, DLINK), así que he hablado un rato con mis padres y mi hermano, y mientras me iba preparando para ir al aperitivo. A las 19.30 me he bajado, y aunque íbamos a ir al bar en el que el otro día nos quedamos Rita, María y yo babeando mirando el escaparate, no había demasiada comida, y hemos ido al Obelix de Vittorio Veneto. Otra vez me he cogido el Bayleis banana colada (no había carta, y más vale lo malo conocido... aunque está muy, pero que muy bueno). Y en este hay muchísima más comida que en el otro, o esa impresión me ha dado. Así que esa ha sido mi cena, con un vaso de yogur líquido que me acabo de beber. Ahí hemos estado un buen rato, hasta que ha empezado a hacer frío. En ese momento hemos ido a acompañar a Alba, y hemos estado 5 minutos en su casa. Y he descubierto que hay dos chicas aquí que conocen al desabrochao porque iban a su clase, y como me temía, era de verdad (no como yo) un antisocial sin amigos. Sin comentarios.

Y nada, me he vuelto a casa y aquí estoy, intentando pillar internet sin conseguirlo, y sin saber qué hacer con mi vida en los próximos minutos. Creo que tendré que irme a dormir, porque como os digo, sólo podría ponerme a leer, pero tengo que comprar una bombilla porque el único foco que hay en mi habitación-cocina no alumbra demasiado esta zona. Eso sí, he descubierto lo bien que se escribe sentada en la cama, con el portátil dándome calorcito en las piernas. Sólo me falta un masaje en los pies, y otro en los hombros-cuello (que los tengo destrozados) para estar del todo a gusto. Pero creo que me quedaré con las ganas.

sábado, 3 de octubre de 2009

¡Escrito desde casa!

Estoy en mi casa. Después de haberla limpiado un poco bastante, ya que platos y demás no me dejaron, pero mugre me dejaron bastante, empiezo a decorarla. Y cada vez me gusta más.

Bueno, os cuento que he hecho estos días que tan abandonados os he tenido. La última vez que os escribí fue desde el ostello, cuando ya había recogido todos mis bártulos, y antes de ir a clase a no enterarme de nada. Bueno, me enteré de la bronca que echó a los españoles que fueron por primera vez y que no se callaban, porque se lo dijo en castellano. Por una vez el resto de la clase se sintió como me siento yo todos los días por no entender nada. Fui todo el día cargando con el ordenador, e histérica porque no encontraba un cajero y aún me faltaba la mitad de lo que tenía que pagar a la casera. Y es que a diferencia de los caseros de los demás, la mía no es maja... Después de comer me acompañaron Bea, Carla y Silvia a MI casa, y la mujer me estuvo explicando todo. Incluso que tiene que mandar al fontanero porque el botón de la cisterna está suelto. Ironías de la vida... (en casa de la hija del herrero, cuchillo de palo).

Bea y Carla se fueron a ver otra casa, y quedamos después. No sin que antes, nada más salir la tal Cristiana de MI casa, pegara un grito en plan “tengo casaaaa”. Silvia y yo estuvimos mirando cosas, y descubrimos una sorpresa bastante interesante: en el congelador había dos cubiteras. Aunque he usado sólo una, porque la otra estaba llena de mugre y ni aún fregándola se quitaba, así que está encima del armario con el resto de cosas que no quiero (unos cuadros terriblemente feos, entre otras cosas).

Nos bajamos a buscar a Bea, y le acompañamos a una de las casas. Fue un shock ver que lo que supuestamente era una habitación individual tenía tres camas, y no había más habitaciones en la casa, así que para olvidar un poco todo nos tomamos una coca cola en plena Vía Po, por la que nos soplaron 3.50 euros. A cambio les robamos bastantes sobres de azúcar, y me tenía que haber llevado el vaso también. Total, eran de los que regalaba el McDonalds... Y me subí al ostello, a por mis cosas. Por el camino fui consciente de que iba a ser incapaz de bajarlo (y de subirlo) todo yo sola, así que llamé a Jose, y además como Fran tenía que dejar cosas en mi casa, nos ayudó más gente. Y Jose no sólo me libró de subir los “cuatro” pisos con mi maleta, sino que encima me invitó a cenar a su casa. Allí estuve con Clara, y me volví a ofrecer para cuidarla cuando quieran. Total, se lo merecen... Después me volvió a acompañar, y vi a Carla en el Shamrock y me dijo que si quería me bajara después (tenía que subir la maleta pequeña a casa), pero me puse a colocar la ropa en los dos armarios que tengo, a ducharme y a preparar la cama (bastante cómoda, por cierto, aunque esta ha sido la primera noche que he dormido con almohadas), y a las 12 estaba tan reventada que me fui a dormir.

Como el jueves no tenía clase, me levanté a las 10 y media. Me fui a buscar el Lidl y di unas cuantas vueltas para encontrarlo. Cuando por fin apareció, compré un poco de todo y me destrocé para traer la caja con todo. Hice unas cuantas paradas, y en una de ellas me llamó Bea para contarme que tenía el piso, había ganado el casting. Donde no paré fue en el tramo de escaleras, y cuando me conseguí recuperar me puse a limpiar un poco la casa (insisto, tenía mugre). Me fui a comer a la mensa, porque después teníamos la reunión de orientación de la universidad, en la que casi me duermo. Después los de una de las asociaciones nos invitaron a un aperitivo que parecía un cumpleaños: patatas fritas, gusanitos de los naranjas, fantas...faltaban los gorritos de colores. Nos bajamos a esperar al resto, y cuando íbamos a volver a subir me llamaron, así que me quedé fuera y tuve que llamar para que me abrieran la puerta. Allí estuvimos un buen rato, y cuando me vine vino Fran a por sus cosas, y vi a Sara.

Estando en casa me llamó Carla para ver si se podía venir un poco antes de lo que habíamos quedado y así ir juntas al Valentino, porque no quería estar a oscuras en su casa, así que me duché y cuando iba a prepararme la cena, llegó con una cerveza, y después de destrozarnos las manos intentando abrirla con una cuchara, fuimos puerta por puerta y en la buhardilla del fondo nos abrió un chico: nos dio tiempo a ver que tenía una tele de plasma enorme, el mismo armario que yo, y que no se da con los techos porque es más alta (me estoy replanteando lo que me dijo Jose de ponerme un casco, ahora tengo un chichón). También vinieron Carlos y Bea, y estuvimos haciéndonos algunas fotos, y estrenando los hielos... Nos fuimos y estuvimos un buen rato haciendo el tonto, vino un italiano a comerme la oreja diciéndome que era un elemento, y que le hablara en italiano aunque él no hacía más que hablarme en inglés. Bea me rescató, y luego Silvia casi me lo vuelve a mandar, pero huí. También hubo otro, este ya dentro de la discoteca (el Chalet), y de este tuvo que rescatarme Carlos diciendo que él era el novio de las tres. Me dijo que quizás la semana que viene... Pero vaya personajes.

Y en la Chalet me sorprendí a mi misma. No os lo vais a creer, pero me subí y me tiré toda la noche bailando. Si el viejo podía, yo también. Y es que hubo un viejo bailando toda la noche, y un par de travelos extraños que debían ser los animadores de la fiesta. Salimos de allí a las 5 menos 5, y por lo visto cerraban a las 5. Tardé nada en llegar a casa, pero menos mal que me acompañaron porque había un montón de borrachos por la calle. Me puse las alarmas y me eché a dormir, que habíamos quedado a las 12 para ir a Ikea.

A las 10 y media me sonó la alarma, y estuve dejándola sonar hasta las 11. Lo justo para desayunar, recoger un poco por aquí, prepararme e irme. Nos tocó esperar un rato, y nos recorrimos toda la línea de metro (Porta Nuova-Fermi). Allí estaba esperándonos Joaquín, ya que su facultad está por allí, y cuando descubrimos cuál era el autobús que llevaba a Ikea, después de dar unas cuantas vueltas, lo cogimos. Nos tocó jugarnos la vida, cruzando autopistas y demás. Fui a la que más le cundió la compra: 65 euros y compré de todo, aunque creo que tendré que volver un día más. Y descubrimos que es muy fácil robar en Ikea: sólo hay que salir decidido con la bolsa llena por la salida sin compra: si lo llegamos a saber no pagamos...

Comimos allí, y tengo que confesar que robé los cubiertos... Pero es que no sé quién dijo que había un menú por 3 euros, y de eso nada...

La vuelta a buscar el autobús fue peor: cargados, otra vez cruzando la autopista... Menos mal que me ayudaron con mis cosas, porque si lo llego a tener que traer sola, todavía estaría viniendo...

Cuando llegamos a Porta Nuova fue muy surrealista: fuimos a coger un autobús, que no salía porque el conductor había perdido las llaves. Cuando decidimos ir a buscar otro, nos gritaron que ya las había encontrado, y al final cogimos ese. Pero fue la primera vez que un conductor de autobús nos preguntaba si habíamos visto unas llaves...

Me ayudó Joaquín a traer las cosas a casa, y como si se iba a su casa no iba a volver porque vive lejos, se quedó aquí y esperamos a ver qué plan había para la noche. Bea se fue a firmar su contrato, y teóricamente iba a venir cuando terminara, pero ya nos la encontramos por el camino cuando íbamos al bar del Valentino con wi-fi. Así que me bajé el portátil, para mirar los vuelos de vuelta a Madrid (buena o mala noticia: vuelvo el 18 de diciembre), el de Praga, y uno que hay a Oslo por 10 euros. Hablé un poco con Lore y Luis, y con Oscar y mis padres, pero me empezaron a meter prisa, y iba por el parque con el portátil en la mano, andando y hablando por Skype, hasta que el wifi dejó de llegarme. Subí a por el cargador del ordenador, y nos fuimos a casa de Silvia y Alba, que pillan wi-fi en su casa de Vía Po (como les odio). En ese rato el vuelo a Praga había subido 15 euros, cosa que no me hizo ninguna gracia. De todas formas no lo cogí porque la conexión se me iba todo el tiempo, y preferí hacerlo cuando el wifi vaya bien. Cenamos pizza, estuvimos un rato hablando y llegó un momento en que me tiré entre las dos camas (tenía un hueco en medio bastante grande, pero estaba tan reventada que me dio igual), y me estaba quedando dormida, así que esperé a que alguien bajara para bajarme con él. Fueron Bea, Carlos y Joaquín. Estuvimos esperando a que el bus de Joaquín llegara, me fui bajando con ellos hasta Vittorio Veneto y yo me fui para casa que estaba destrozada. Estrené las almohadas, y qué bien sienta dormir con almohada. Así he notado menos la señora contractura que tengo entre cuello y hombros de tanto cargar peso...

Hoy el plan era ir a comprar las bicis, pero yo prefería descansar, y les dije que cuando me levantara les llamaba para ver dónde estaban. Así que les he llamado, me han dicho que iban a comer a la mensa, y que me avisaban. Pero no me han avisado, así que podéis imaginaros que ahora mismo tengo un pequeño cabreo. Básicamente porque no me apetece ni pizza ni kebab, ni dejarme un pastón en un restaurante, y porque mi nevera está un poco vacía. Así que es la última vez que espero a nadie para ver qué planes hay. Total, es mejor comer sola que no comer.

jueves, 1 de octubre de 2009

¡Hoy me mudo! (escrito ayer)

Qué abandonaditos os tengo. Pero es que entre unas cosas y otras, entre que me engañan para salir y que paso más bien poco tiempo “en casa”, y que cuando estoy aquí estoy socializándome, no me da tiempo a contaros las novedades de cada día. Así que os las contaré todas juntas...

Como ya os dije, el sábado fuimos a hacer el aperitivo. Casi no llegamos, y cuando llegamos ya era algo tarde, así que ya no ponían tantas cosas como supongo que pondrían antes. Aún así, cayeron dos platitos de pastas y pizzas varias (por supuesto), pero también verduritas, carne, pescado... Y de cóctel: bailys (o como se escriba) con banana colada. Muy, muy, pero que muy bueno. Ahí estuvimos un ratejo, y luego volvimos a la piazza Vittorio Veneto con unas cervecillas. Para variar habían contado mal, y nos dieron de más, así que tuvimos que hacer el esfuerzo sobrehumano de repartírnoslas. Y después de aquello, nos juntamos con la gente que había al lado del Palazzo Nuovo. Yo estaba un poco chof, y la verdad es que me vinieron genial los abrazos que me daban. Después íbamos a ir al Murazzi, pero yo decidí volverme, y le di el camino de vuelta al ostello a la pobre Carla, ya que iba medio llorando-medio descojonándome. Pero me animó bastante. Cuando me fui a dormir, eran las 4, y cuando me quise levantar, eran las 12 y pico...

El domingo nos debatimos entre ir a comer al McDonalds o a un Shawarma, y ganó el McDonalds. Nos comimos nuestros respectivos en la Piazza del Castello, y vino una mujer de la limpieza a echarnos la bronca porque creo que dio por hecho que íbamos a tirarlo todo al suelo. Y desde allí, unos cuantos se fueron a ver el fútbol y nosotras nos fuimos al Valentino. Por el camino me compré un heladito, que me costó decidir los sabores, para que luego no tuvieran stracciatella, pero estaba muy rico también sin ella... Y en el Valentino, tomando el fresco en una terracita hasta que decidimos volver al ostello. Para cenar, para variar, pizzas del Ad Hoc. Creo que voy a echarlas de menos: decidimos seguir viniendo al ostello para pedir pizzas... Y para que Chespirito nos diga que nos callemos. Creo que él nos va a echar de menos a nosotros... Y es que hoy nos independizamos casi todos, y sólo van a quedarse aquí 4 o 5 spagnoli...


El lunes vuelta a clase. Y aunque pensaba hacer la de planificazione della comunicazione, creo que voy a ir a por otra que suene más divertida. En Linguaggio giornalistico, para variar, no me enteré de nada. Bueno, sí, de que se me había olvidado quitarle el sonido al móvil, de que empezaron a sonarme los Mojinos (qué güeno que estoy), y de que era mi casera para decirme que esta tarde me da las llaves, un día antes de lo que pensaba. Comimos en la mensa, midiendo distancias con flyers de una fiesta española en la que dan pollo al ajillo y ponen Estopa, Serrat o Alejandro Sanz. Como yo había quedado con Carla a las 4 menos cuarto para ir a traducirla lo que hablara con su casero en la firma del contrato, y eran solo las 3, un chico de Villapijosa (Joaquín) dijo que se quedaba conmigo haciendo tiempo, y que fuéramos a ver la Mole. Y por el camino nos encontramos a Nela y Maria del Mar, que acababan de ver un piso y no sabían si cogerlo. Nos enseñaron dónde está, y les convencimos, pero al final no han podido quedárselo. Carla llegó un poco más tarde, y nos fuimos...

Su casero es un tipo extraño, cuanto menos. Subimos a la casa, de repente empezó a sangrarle el brazo, decía cosas que ninguna entendía aunque dijéramos que sí, y al bajar dijo que nos invitaba a algo en 5 minutos, y nos tiramos una hora o así. Nos dimos cuenta de que el hombrecillo era un poco de derechas, ya que decía que la culpa de todo en Italia es de la izquierda, y que en España se vivía mejor cuando estaba Franco. Eso sí lo entendimos, y obviamente, a eso no le dijimos que sí...

Nos volvimos al albergue, y recuperé los 15 euros de la noche que no iba a quedarme. También organicé mis cosas, que por la mañana me habían hecho cambiarme de habitación, y nos fuimos a cenar a la mensa. Yo pensaba que sería cenar y volver, pero estuvimos en el Shamrock y llegamos al ostello a las 12. Menos mal que tenía ya internet comprado, porque necesitaba conectarme... A las 12 y media se me cortó internet, y me quedé un ratito hablando con Silvia, hasta que decidí que era buena hora para irme a dormir, y que a ver cómo me levantaba al día siguiente, que tenía que ducharme. Cuando entré en la habitación, estaba todo el mundo durmiendo, y no encontré parte de mi pijama. Tampoco tenía batería en el móvil, así que no lo podía usar de linterna, así que pasé de buscarlo, ya que podía estar encima de la cama de Nela (le invadí mientras hacía mi cama). Y no era plan...

El martes fue un día extraño. Jesús me llamó porque iba a ir a clase, y quedé con él allí. Y a las 2, había quedado con Silvia para ir a la mensa, y nos encontramos allí con Rita y María, y luego aparecieron Fran y Martín. Así que Rita, María y yo nos fuimos a un parque después, se suponía que Martín y Fran también irían, y Silvia se quedó para buscar piso. En el parque teníamos unas vistas geniales de la Mole, y después de improvisar un trípode con bolsos y bolsas de compras, nos hicimos una foto genial. Y cuando empezamos a tener un poco de frío, decidimos volver al albergue. Las tres íbamos como zombies, y es que Turín es una ciudad que cansa... Entramos a alguna tienda, buscamos cajeros para sacar nuestros respectivos alquileres, y yo me puse histérica porque sólo me dejó sacar 200 euros. Decidí no salir por la noche, del agobio que tenía. Cuando llegué al ostello, recogí la ropa que había lavado por la mañana (me estoy volviendo una chica muy apañada), y me llamó Joaquín, que poco más o menos me rogó que saliéramos. Estuve organizando mi maleta, y al final dije que me lo pensaría, porque quería volver a intentar lo del cajero, y tampoco era plan de encerrarse en el ostello a las 7 de la tarde. Aparecieron Carla y Bea, y como ellas sí iban a ir, fui. Bea y yo no pensábamos cenar, sólo íbamos a dar una vuelta, y ya cenaríamos en casa. Pero al final, llegamos al Shawarma (palabra con escritura de libre elección), y nos entró hambre. Me pedí uno con Mozzarella, y llevaba dentro patatas fritas (aunque me costó encontrarlas). Y no veais cómo picaba eso...


Desde allí cada uno tiró por su lado, yo me vine al ostello con otros dos chicos, y me conecté un ratito. Y de ahí, a dormir. Y esta mañana me he levantado en parte con energías, en parte con penilla de dejar esto. Hoy nos vamos la mayoría. Pero creo que también estoy así porque mis dos compañeras de habitación llegaron a saber a qué hora, y se pusieron a organizar la maleta. Y esta mañana, más de lo mismo a las 7 de la mañana, hablando a voces, y con la puerta abierta, que daba en mi cama. Así que estoy en uno de esos días en que me despiertan de mala manera. Pero esta noche ya duermo en mi cama. Quizás pase algo de frío porque de momento sólo tengo dos juegos de sábanas, la funda del nórdico y la mantita de huellas (que tengo que ir a recoger). Y hasta el viernes no vamos a Ikea. Porque ya tenemos planeado el fin de semana: viernes Ikea, y sábado mercadillo de Porta Palazzo, a comprarnos bicis por 20 euros. Y ahora son las 11 de la mañana, me voy a clase que entro a las 12. Salgo a las 2, voy a comer a la mensa (a ver si me encuentro a alguien), y a las 3 y media he quedado con Cristiana (la casera) para que me dé las llaves. Es el fin de una etapa, y el comienzo de otra. Ya estoy pensando en la fecha de la fiesta de inauguración de mi buhardilla, en la que vamos a parecer sardinillas en lata. Cuando esté decorada.