lunes, 5 de octubre de 2009

Billetes, billetes, billetes. Y contigo no, bicho

Por un momento he pensado que podría subir lo que escribiera al mismo tiempo, pero no: mi vecino “DLINK” se ha desconectado antes de tiempo. Así que es domingo a las 23:15, y me parece demasiado triste irme ya a dormir (sobre todo porque me he levantado a las 4 de la tarde), no tengo tele, ni internet, ni la luz suficiente como para poder leer desde la cama. Así que os contaré un poco mi vida, aunque no la vayáis a poder leer hasta a saber cuándo.

Os preguntaréis por qué este título para la entrada, pero eso os lo contaré después. Vamos por orden. Lo último que os conté fue el cabreo que tenía porque no se habían acordado de mí. Después de eso decidí dormirme un rato de siesta. A las 5 y media me desperté (creo que eran las 5 y media), porque había un tío hablando al lado de aquí, porque había conciertos y cosas. Pero antes de ver eso me fui a comprar al Lidl, y mi adquisición más original fue una planta de albahaca por un euro. Otra vez volví bastante cargadita, esta vez con dos bolsas, y con la planta cambiando de mano. Cuando coloqué todo y ordené un poquito las cosas (mi madre no se lo va a creer, pero aquí hasta me estoy volviendo ordenada), llamé a Joaquín, que me dijo que habían quedado a las 7 en el bar del Valentino para comprar los billetes, y sobre las 6 y 25 me bajé, vi lo de los conciertos, y en el bar me pedí una cervecilla para no cargar mi conciencia con gorronearles internet a cambio de nada. Me bajé donde no había nadie, al lado del río, pero la conexión no hacía más que caerse, así que me subí para arriba de nuevo y comprobé que ahí funcionaba perfectamente. Y aunque habíamos quedado a las 7, no empezó a aparecer gente hasta las 8 menos cuarto. Durante ese tiempo hablé con mis padres y con Isa y me compré el billete para Praga: del 19 al 24 de noviembre. Cuando llegaron los demás, cogimos los de vuelta a Madrid (porque para volver cada uno en un avión distinto y todos el mismo día, mejor nos vamos todos juntos). Vuelvo el 18 de diciembre y estoy allí hasta el 11 de enero, así que id haciéndome huecos para veros a todos. Y para rematar, también compramos billetes a Oslo. ¿Quién me iba a decir a mí que durante mi año en Turín fuera a conocer también Oslo? Pero es que Carla encontró una oferta, Milán-Oslo por 12 euros ida y vuelta. Así que en marzo, a Noruega.

Después de todo eso, pedimos una pizza en Pizza Ad Hoc (los que nos llevaban las pizzas al ostello) para que la trajeran a mi casa. Allí cenamos Bea, Carlos, Joaquín, Anael (el compañero de piso luxemburgués de Joaquín) y yo. Y así descubrimos dos cosas: que una de las sillas de mi casa se cae, literalmente, a trozos (mañana llamo a la casera para contárselo), y que no suben las pizzas hasta casa, hay que bajar a buscarlas al portal.

Cuando terminamos de cenar nos fuimos otra vez a casa de Silvia y Alba, que habían comprado para preparar mojitos. Yo seguía un poco mustia, pero poco a poco fui animándome. Maria del Mar y yo nos bajamos con Carla, porque ella quería un café, y nosotras un helado. Cuando subimos otra vez empezamos a cantar, y ahí fue cuando me animé del todo. Eso sí, esta mañana cuando me he levantado (bueno, si hablamos con propiedad tendré que decir mejor “esta tarde”), tenía voz de camionero. Y sobre las 4 nos fuimos al murazzi. Por fin, después de dos semanas en Turín, salí para quedarme en el murazzi. Estuvimos en un sitio que se llama Alcatraz, creo, y me encantó, ponían de todo. Me marcó que cuando llegamos empezó a sonar la de cannabis, de SKA-P. Es la segunda vez que escucho esta canción en garitos de aquí. Me gusta. Igual que me gusta soltar lo de “Contigo no, bicho” a italianos babosos. Fue un reto, Carlos nos dijo a Silvia y a mí que no nos atrevíamos a soltárselo a alguno. Cumplimos las dos.

A las 6 menos algo nos fuimos cada uno por su lado. A mí me acompañaron dos chicas hasta la puerta del portal, porque había un tío que me daba mal rollo. Fue gracioso, porque por un momento pensé que era vecino mío o algo, pero intentó abrir el portal y nos dio la impresión de que con la borrachera, se equivocó de portal. Así que me subí tranquilamente, y a las 6 de la mañana me fui a dormir.

Y hoy ha sido un día corto. Me he despertado sobre las 12, pero al rato me he vuelto a dormir (es lo que tiene remolonear en la cama nada más despertarte). Y a saber a qué hora me hubiera levantado, si no llega a ser porque Carlos me ha llamado para ver si se me había pasado el bajón, a las 4 de la tarde. Así que me he levantado, me he preparado un par de huevos fritos (necesito tomate frito, solos no terminan de convencerme, y mucho menos si los mojo con pan de molde), con un poco de mozzarella (qué vicio), y con chorizo. Y una naranja. Ha sido el primer día que he comido en casa, y tampoco ha sido tan malo. Aunque siempre que pueda, prefiero comer en la mensa, sale más barato. Pero los domingos no...

Otra vez más, he recogido las cuatro cosas que había por medio, me he duchado y cuando he salido he descubierto que se había conectado internet (gracias, DLINK), así que he hablado un rato con mis padres y mi hermano, y mientras me iba preparando para ir al aperitivo. A las 19.30 me he bajado, y aunque íbamos a ir al bar en el que el otro día nos quedamos Rita, María y yo babeando mirando el escaparate, no había demasiada comida, y hemos ido al Obelix de Vittorio Veneto. Otra vez me he cogido el Bayleis banana colada (no había carta, y más vale lo malo conocido... aunque está muy, pero que muy bueno). Y en este hay muchísima más comida que en el otro, o esa impresión me ha dado. Así que esa ha sido mi cena, con un vaso de yogur líquido que me acabo de beber. Ahí hemos estado un buen rato, hasta que ha empezado a hacer frío. En ese momento hemos ido a acompañar a Alba, y hemos estado 5 minutos en su casa. Y he descubierto que hay dos chicas aquí que conocen al desabrochao porque iban a su clase, y como me temía, era de verdad (no como yo) un antisocial sin amigos. Sin comentarios.

Y nada, me he vuelto a casa y aquí estoy, intentando pillar internet sin conseguirlo, y sin saber qué hacer con mi vida en los próximos minutos. Creo que tendré que irme a dormir, porque como os digo, sólo podría ponerme a leer, pero tengo que comprar una bombilla porque el único foco que hay en mi habitación-cocina no alumbra demasiado esta zona. Eso sí, he descubierto lo bien que se escribe sentada en la cama, con el portátil dándome calorcito en las piernas. Sólo me falta un masaje en los pies, y otro en los hombros-cuello (que los tengo destrozados) para estar del todo a gusto. Pero creo que me quedaré con las ganas.

5 comentarios:

  1. huevos fritos con tomate??? :S

    ResponderEliminar
  2. Isa, de verdad no has probado nunca los huevos fritos con tomate? pero si son lo mejor!!

    ResponderEliminar
  3. lo mejor son los huevos con azúcar

    ResponderEliminar
  4. Veinte eurazos me cobraron a mí en su momento por un concierto de Ska-P en el Foro Italico. Eso sí, estaba media Roma allí metida. Nunca se me habría ocurrido que en una pista de tenis cupiera tanta gente.

    ResponderEliminar
  5. sí, creo que en esta ciudad SKA-P les encanta, y bueno, se agradece que en algún sitio pongan música en condiciones... Aunque de momento no me puedo quejar...
    Cris, disiento, me quedo con los huevos fritos con tomate... aunque el otro día estuve por probar lo del azúcar... Forse domani

    ResponderEliminar