sábado, 26 de septiembre de 2009

Viviendo la noche turinesa

Al final los planes de ir al bar que tenía wi-fi se desvanecieron. Y los de ir a cenar a la mensa el jueves. Y es que una vez que subes la cuesta, da bastante pereza volver a bajarla para luego tener que subirla de nuevo. Así que para variar, nos salimos a la terracita a tomar el fresco. Creo que es de las pocas cosas que voy a echar de menos del ostello: la vida social en la terraza o en la sala desde la que os estoy escribiendo ahora, y que Renato venga a decirnos que nos callemos.

Me tocó a mi pedir la cena: pizzas, para variar. Nos dieron un trocito mientras llegaban las nuestras, y se rieron de mí por decir que estábamos en la “terrazza”, como si fuera mentira que estábamos ahí... Cayó alguna que otra foto, y se rieron de mí por hablar con Lore por skype, mientras ella me ponía caritas a través de la cámara. Me duché como a las 11 y pico de la noche, temiendo quedarme sin agua caliente, pero al final no pasó. Y me fui a dormir, que al día siguiente tenía clase, o eso creía.

Y es que aunque me levanté y todo, cuando llegué a la facultad, toda agobiada pensando que llegaba tarde, me encontré con el cartel de que las clases empiezan a mediados de octubre. Podrían haber avisado antes, y me hubiera quedado dormida un rato más. Y encima iba cargando con el portátil, para comprobar si en la facultad hay wi-fi (lo hay, pero no sé dónde conseguir la clave). Y como me caía un poco de sueño, decidí que lo mejor era volver al albergue a echarme una pequeña siestecilla antes de ir a comer. Antes estuve un rato leyendo en la terraza, mientras limpiaban nuestra habitación. Y cuando me estaba durmiendo, entró la italiana de la cama de abajo (una nueva) dando gritos, y la odié bastante, aunque después me cayó bien (me maquilló para salir, porque yo me estaba desquiciando).

Luego me tocó correr también, porque había quedado en la mensa a la 1 y media. Llegué a menos 20, y comprobé que del ostello a la mensa son 20 minutos. Casi entran a comer sin mí, pero al final me esperaron. Para un día que no iba a comer sola... Y después empezó a aparecer más gente. Luego fuimos buscando una cafetería y estuvimos un buen rato en una terracita sentados. Italia ha despertado mi gusto por el café, los capuccinos están muuuuuuy ricos...

Volvimos al ostello, y hablé con Noe, porque Paula no quiso hablar conmigo. Y también hablé un rato con Lore. Y me puse a prepararme para salir, y por primera vez en unos cuantos días, no cené pizza. Preferí un bocata de chorizo de ese que me traje, y ya que había robado el pan en la mensa... Y después de eso, y de esperar a que todo el mundo estuviera preparado, salimos en bandada hacia el Palazzo Nuovo, al botellón de los españoles. Pero como empezó a llover por el camino, nos quedamos en los soportales de la Plaza Vittorio Veneto. Allí casi nos atropella un camión, y estuvimos ahí hasta a saber qué hora. Desde allí nos fuimos al Lapsus, y mientras todo el mundo tenía que pagar 5 euros para entrar, a nosotros nos metieron por la salida de emergencia: es lo que tiene ser erasmus. Y aunque al principio la música era un poco de aquella que odio, el sitio me empezó a gustar cuando me pusieron SKA-P, System of a Down y Rammstein. Vale que eran las canciones que ponen siempre, pero... no me esperaba a SKA-P en Turín. Y encima me encontré 1 euro mientras buscábamos un anillo que había perdido una chica.

Al albergue llegamos sobre las 5 y pico, y entre que nos quedamos hablando un rato y todo, cuando nos quisimos acostar eran las 6 o por ahí. Y yo pensaba que me despertaría la aspiradora, pero ha sido esta gente cuando ha empezado a dar gritos. Eran las 12 y pico, creo. Pero me he levantado cansada... Aquí hemos estado, todos medio muertos, esperando para irnos a comer, y si llegamos 2 minutos más tarde no llegamos a la mensa. Y al salir, no he visto un escalón y me he torcido el tobillo, pero al menos no me he caído (aunque ha faltado poco). Ahora duele un poco.

Y como lo del café después de comer está convirtiéndose en una costumbre, hemos ido a buscar algún sitio, y hemos terminado en una terracita al lado (pero al lado de verdad, que dabas un paso y te caías al agua) del Po. Yo me he tomado un café batido con baileys, y qué rico. Aunque ahora tengo un poco de fama de borracha, porque estoy un poco resacosa de ayer y... (hay que implantar la cultura del hielo en Italia, que un botellón sin hielos no es sano). Y ahí hemos estado hasta las 4 y media, que Carla y yo nos hemos venido al albergue y los demás se han ido a comprar sus móviles. Y ahora me conectaré media horita, me ducharé y nos iremos a tomar el aperitivo (pagas la bebida y puedes comer lo que quieras). Ya os contaré novedades.

jueves, 24 de septiembre de 2009

URJC: La ineptitud hecha universidad


Ayer fue un día de muchos cabreos. Primero con la matrícula: no la pude hacer porque el portal servicios se empeñó en que tengo que coger créditos de libre, y no. Ese fue el primer cabreo de la mañana. Desistí de hacerla, y como se me terminó internet, para variar, me fui al infopoint a gorronearles. Y allí me encontré con el segundo cabreo: un e-mail en el que me contaban que han cambiado al coordinador de erasmus, con lo bien que me cae Jose Ramón... Así que este nuevo, a saber quién es, cómo es, y si piensa ponerme alguna pega de las asignaturas que voy a hacer. En el infopoint también les pedí que me imprimieran otro certificado de llegada, y que me pusieran que voy a estar aquí diez meses. A lo primero no me pusieron ninguna pega, a lo segundo me dijeron que el nuevo coordinador tiene que decírmelo por escrito. En fin... gentuza. Así que me fui a clase, a no entender nada de nuevo. Menos mal que estaba la chica siciliana que me pasa todos sus apuntes. Y me acompañó a enviar los certificados por fax, y como en España los funcionarios trabajan más bien poco, no había nadie. Yo estaba histérica, porque según ellos (aunque esto me lo dijeron ayer), hasta que no enviara esto, no me empiezan a pagar la miseria que me van a dar, pero que bienvenida sea.


Decidí irme a comer, porque si no me cerraban la mensa, y cuando volví a intentar enviar el fax, ya pude. Así que una preocupación menos. Y como me quedaba una hora hasta ir a ver mi casa, hice tiempo entrando en los 20 duros que descubrimos al lado de la facultad, dando un paseo por Vía Po, y comprando un heladito de esos que hacen aquí, que están muy ricos.


A las 4 y cuarto había quedado con la tal Cristiana, y fui a ver mi casa. Los cuatro pisos por la escalera me mataron, y tengo un pasillito enano para entrar, y no sé si era porque estaba llena de cajas, o porque al ser buhardilla parece más pequeña, pero es muy chiquitita. Eso sí, mi mayor preocupación era que el baño no fuera un agujero en el suelo (y no lo es). Y de verdad las vistas son el monte de los capuchinos. Firmé el contrato, solté casi 100 euros, y el día 1 me voy para allá. Tengo ganas ya, porque ahora mismo tengo el puesto de la más veterana de los españoles en el ostello. Y no es algo de lo que me sienta orgullosa, más que nada porque los demás ya tienen sus casas.


Después de eso me fui a casa de Silvia y Jose, y me invitó Silvia a un té mientras nos contábamos un poco la vida, y le tomé la palabra cuando me dijo que el día 1 me ayudan con el traslado. Y es que va a ser muy divertido cuando tenga que subir los 4 pisos con la maleta...


Y decidí venirme para el albergue, por eso de ducharme y de prepararme para la fiesta. Llegando al puente me encontré con dos chicas que me dijeron que los supermercados de por aquí estaban cerrados, así que me fui con ellas para comprarme una cervecilla para la noche. Y me contaron que con casi el contrato de la casa firmado, les habían dejado en la calle. Así que no me quejaré demasiado, que yo tengo mi casa asegurada.


Después de una duchilla, de conectarme un poco a internet, y de prepararme más o menos poco para salir, y de mucha cháchara, nos fuimos unos cuantos al parque Valentino. Pensábamos que iba a estar allí todo el mundo, pero sólo había otro grupillo. Tuvo su gracia porque llamé para ver dónde estaban, y resultaron ser el grupito que estábamos viendo enfrente. Así que nos juntamos, y nos tiramos en la hierba a reírnos un rato. Menos dos portugueses, éramos todos españoles. Luego nos fuimos a lo que era la fiesta erasmus, en el 21, y todavía no sé de nadie a quién le gustara el ambiente: música de esa que yo odio, un montón de tíos al acecho como si estuvieran de caza, y demasiadas cosas que no me gustaban. Así que a las 2 decidí volverme e irme a dormir, que no estaba yo para mucha juerga, y mucho menos para ese tipo de juerga.


Y hoy mi móvil ha decidido no despertarme. Se quedó sin batería, y cuando me he querido levantar eran las 10 menos cuarto. O eso me han dicho. Así que ya no he podido ir a clase (era a las 10), y como en el fondo soy una chica responsable, lo que he hecho ha sido bajarme al supermercado a por un poco de jabón de lavar la ropa a mano, y ahí me he ahorrado 8 eurazos. Y como encima hacía un día de esos que me han dicho que hay pocos en Turín, pues he podido tender la ropa.


Carla, Fran y yo nos hemos puesto a hablar y a hacer tiempo para irnos a comer, y en a mensa hoy me he gastado el poco dinero que me quedaba. Así que ahora tendré que buscar un cajero para dejar de ser tan precaria. Después de comer hemos hecho sobremesa con los de Valladolid, y estábamos muertos de sueño, así que nos hemos ido al ostello para una buena siesta. De 5 a 6 y media pasadas. Y ahora son las 7 y 20 y nos iremos al bar que tiene wi-fi y a cenar a la mensa, que no está la cartera para ir a cenar por ahí todos los días (La mía, concretamente, ahora mismo está vacía).


Hoy no hay planes de salir, así que si internet se digna a funcionar, quizás pueda daros el coñazo un ratito por skype y msn.

martes, 22 de septiembre de 2009

Non capisco niente


Lunes. Primer día de clase. “Non capisco niente”. Pero antes, fui a pelearme con las asignaturas, ya que tengo que buscar más, ver todos mis horarios, cuadrarlos para que no se solapen y estresarme un poco más de la cuenta. Sobre todo cuando llegué a clase y el hombrecillo empezó a hablar a toda hostia, con el micrófono. Pero bueno, luego hablé con él y me dijo que puedo hacer los trabajos en español, así que ya os gorronearé apuntes que analicen un periódico.

Después de la clase me fui a comer a la mensa, y pensaba que por una vez no comería sola, pero para no perder las costumbres... Y volví, con intenciones de echarme una buena siesta, pero cuando llegué al albergue estaban en la sala esta, y ya no hubo siesta. A cambio, estuvimos toda la tarde haciendo el vago en la terraza, y me tocó hacer unas cuantas llamadas porque soy la única que se puede, más o menos, explicar en italiano...

Al final pensaba quedarme a cenar en el albergue, otro bocata de lacón, pero me engañaron, y terminamos en un McDonalds. No voy en Madrid y me vengo a Turín a cenar a los McDonalds... Pero bueno, tampoco tenía demasiado hambre... Y así estuvimos hasta las 12, que llegué al albergue y me conecté un ratito. Hablé con los que estáis siempre, y para variar se me cortó sin avisar. Pero ya eran horas de ir a dormir, y cuando estaba ya casi dormida, se me escojonó el móvil y casi voy detrás cuando fui a buscarlo. Y a dormir.

Y hoy, martes, la segunda clase. Otra vez sin ganas de ir, por el trauma de no entender nada. Pero anes, me ha tocado buscar al coordinador para que me firmara el learning. Yo pensando que me pondría un montón de pegas, pero nada, me ha echado el autógrafo, y me ha dicho que me compre no sé qué guía de la universidad que me niego a comprar, porque cualquiera puede decirme dónde puedo encontrar al tal Scaramuzzi, que tiene que echarme otro autógrafo.

De allí me he ido a comer, otra vez pensando que comería sola, pero me he encontrado a una chica que había visto alguna vez en el infopoint. Y mientras comía, me ha llamado la tal Cristiana: mañana firmo el contrato de la casa, la veo, y me toca soltar un pastoncillo para registrar el contrato... Y luego he decidido que era un buen momento para una buena siesta. Y me he levantado a buscar dónde estaba el sitio este donde era la reunión de los cursos de italiano. La vuelta ya ha sido más corta, porque sabía dónde iba. Y aquí llevo una hora escribiendo, contando mi vida, y voy a aprovechar para llamar por skype, a ver si os pillo a alguno. Mañana más.

Il primo fine di settimana a Torino

Ahora, domingo a las 19.07, me está entrando el bajón después de darme cuenta de que me quedan un montón de noches en el albergue, y la verdad es que tengo ganas de llegar ya a mi casa: sin ruidos, sin cuestas mortales (aunque con 4 pisos de escaleras), con una nevera donde meter la comida, con espacio (aunque no mucho) para dejar mis cosas, sin tener que depender de una taquilla enana en la que tengo que guardar todas mis pertenencias... Ahora entiendo aquello de que la primera semana habría ratos en que querría volverme. Pero a pesar de todo esto, estoy contenta de estar aquí.

Hoy he pasado todo el día con mi compañera de habitación polaca, y parte con una chica asturiana y su amigo. Hemos estado haciendo turismo por el centro de Torino, ya me conozco la zona como si hubiera vivido aquí durante años. Y luego hemos ido a ver un piso para ella, y hemos dado una vuelta por el Parco Valentino, y le he enseñado las vistas de la Mole desde un puente un poco alejado. Y de paso, ha caído alguna foto, por supuesto.

Pero el fin de semana ha sido movidito. El viernes al final no llovió, y eran las cuatro cuando me fui a dormir. De todas formas, creo que fuimos de los que más pronto nos vinimos a dormir. Estuvimos cenando, y rescaté de mi memoria que aquí te cobran por el cubierto, así que la próxima vez que salga a comer o cenar fuera, me los llevo. ¿O es sólo una especie de alquiler? Si quieren, me llevo los míos... Bueno, el caso es que me comí una gran pizza de champiñones y jamón, que supo a gloria, y un chupito de lemoncello. Y de allí, al Palazzo Nuovo, donde habíamos quedado todos los españoles para un botellón. Nosotros fuimos los más listos, y no llevábamos bebida. Algunas almas caritativas me ofrecieron de algo, pero al final optamos por ir a buscar algún bar (ya que los chinos son algo autóctono de Madrid) donde comprarnos unas cervecillas. Nos recomendaron una pizzería, y allá que fuimos. Calculamos mal, y compramos una de más, que luego compartiríamos un chico y yo... Casi reviento. Y entramos a un bar para usar su baño, y mientras esperábamos la cola, un italiano se puso a cantarnos canciones en español. El tío era algo extraño: llevaba un mono de peluche como corbata. Divino, vamos... Y conocimos los famosos murazzi, la zona de bares de al lado del río, en los que ponen música de esa que yo más bien no soporto, aunque tengo asumido que algún día tendré que salir por ahí: no voy a ser la rara, antisocial que vive sola, y que encima no sale...

Vaya parrafada. Y eso es sólo el viernes. Bueno, y hoy, prácticamente. Ayer, no fui capaz de levantarme a desayunar (tampoco hice mucho esfuerzo), y estuvimos haciendo tiempo otra chica y yo mientras los demás se levantaban también, metiéndonos en el facebook, en el tuenti, etc... Cuando por fin se dignaron y salimos, eran las 12, y buscamos cualquier cafetería en la que desayunar (aunque a esas horas algunos están comiendo ya aquí). Al final, a una calle de mi casa (cuando la tenga) encontramos una, donde por cierto, tenían unas napolitanas de chocolate para comérselas (y nunca mejor dicho), y un capuccino que también se dejaba beber...

Dimos vueltas. De momento es lo único que hacemos, y hacia las 3 y media nos fuimos a comer. Lasaña de verduras, porque mi experiencia con los gnocchi el otro día no fue muy agradable, y no quise tentar de nuevo tan pronto. Y después de dar más vueltas, y de catar mi primer gelatto (nutella y tiramisú) nos volvimos al albergue. Me arreglé para salir, pero al final yo no salí porque me empezó a doler la cabeza, y para ir a los murazzi y ponerme peor... Y es que creo que el dolor de garganta y medio resfriado que ya traje de Madrid me ha cogido cariño y no me quiere abandonar. Pero bueno, el rato que estuve con esta gente me reí bastante viendo cómo se emborrachaban...

Y hoy, poco más ha pasado. Hemos dado vueltas por el centro, me ha tocado llamar a preguntar por pisos porque otra chica no sabía cómo hacerlo, y he vivido una experiencia genial con otro helado, de la marca que me dijeron que son los que habían inventado los helados de toda la vida, los que tienen chocolate por fuera y nata por dentro... Hoy han tocado stracciatella y cacao. Todo esto mientras que un cincuentón-sesentón no dejaba de mirarme. Quizás se pensaba que ponía las caras de placer por él, pero no, eran por el helado...

Bueno, voy a ver si me doy una ducha, y me ceno mi sandwich de lacón, que necesito meterme para el cuerpo algo que no sea ni pasta ni pizza. Aunque hoy he comido (eso sí, mientras andaba y mientras me colaba en el bus) una porción de pizza margherita y un calzone (que no unos calzones). Luego no podía andar, pero ha valido la pena. Y después de eso, me conectaré para pelearme con los horarios de la universidad, que la empiezo mañana, y muchas de mis asignaturas han desaparecido, y tengo que buscarme una más gracias a Víctor Sampedro y José Manuel Sánchez. Pero qué majos que sois, me cago en todo (y no con amor, precisamente).

Edito: Ya sé que se supone que cuando editas un blog es porque ya está publicado, pero soy demasiado perezosa y tengo un cabreo demasiado serio como para ponerme a leer qué os he contado antes. Pero desde que he escrito la parrafada anterior hasta ahora, me han invitado a cerveza en la habitación, a ir a cenar algún día de la semana, y he estado peleándome durante 20 minutos con el puñetero ordenador, que no quiere conectarse a internet, y he estado también socializándome. Vamos, que estas horillas me han cundido (ahora son las 22.40). Ah, y he presumido de tener material del bueno y de ser la única, prácticamente, que no ha cenado pizza. He optado por un sandwich (dos, en realidad) de lacón. Ahora lo pienso, y debería haberlo reservado para preparármelo con su pimentón cuando tenga casa. Pero bueno, necesitaba comer algo que no fuera pizza o pasta.

Voy a volver a intentar que esto me haga caso y se conecte. Ya os contaré cómo ha sido mi primer día de cole con los nenes italianos. Y a ver si me hago muchos amiguitos.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Conociendo gente, y no solo spagnoli

Al final, ayer hice tiempo a la vez que aprendía idiomas: concretamente persiano (o como se diga, lo que hablan en Irán) y algo de albanés. Y es que a falta de algo mejor, me quedé con el ordenador en la sala desde la que siempre os escribo, y aparecieron mi ex-compañera de habitación albanesa y un chico iraní al que yo había entendido un día antes que era de Milán... vaya oído... Y cuando llegó una hora decente para ir a la mensa, nos fuimos Alda (la albanesa, empecemos a poner nombres a la gente) y yo. Allí sufrí mi primera decepción con la comida: unos gnocchi que no sabían a nada, menos mal que las salchichas estaban medio buenas...


La vuelta fue sin enterarme de nada, porque allí nos encontramos con otro chico albanés, y yo con cara de “Ani, asiente y sonríe”. Eso sí, me regalaron dos flores... ahí lo dejo...


Ya en el albergue me preguntó una chica en inglés dónde podía cenar, y algo me dijo que es española: de Asturias, concretamente. Y después de mi rato de vicio hablando con algunos de vosotros (antes de que, como siempre, se me cortara sin avisar) estuvimos un buen rato contándonos la vida.


Creo que ayer fue el día que más tarde me he ido a dormir, y tampoco lo era mcho: las 12. Después de leer un rato, eso sí. Vaya vicio de libro (Lore, gracias por dejarme el “Crónica de una muerte anunciada”).


El día hoy me ha animado: tenía pinta de que seguía haciendo bueno, calorcito y tal. Pero engañaba, y menos mal que he cogido la chaqueta porque si no me hubiera tocado volver a subir al albergue... Y con esa cuesta, te lo piensas dos veces. Como tampoco tenía nada que hacer, he decidido explorar el otro lado del río. He ido hasta otro puente, Isabel no sé cuantos, y he dado la vuelta por el Parco Valentino. He intentado llamar a la casera, pero como no contestaba, he optado por el sms.


Y poco más he hecho por la mañana: me he ido al infopoint a gorronearles un rato de internet: he visto mi nota (malditos Víctor Sampedro y Jose Manuel Sanchez, que me han suspendido), he mirado correos, facebooks y demás. Y cuando he decidido irme, me han dicho dónde podía ver los horarios: entre que no me acordaba de todas mis asignaturas y que la mitad han desaparecido, es un coñazo. Pero bueno: paciencia. También he aprovechado para hablar con Lore y el Señor Pato (il Signore Papero), para que me contaran alguna novedad, y de paso contárselas yo.


De allí he ido a la mensa, y pensando que era una especie de tortilla de patata (ilusa de mí), me he pedido una cosa que estaba asquerosa, y no sé qué era. Pero tenía buena pinta. Pero estaba asquerosa...


Pensaba tomarme un capuccino, pero me apetecía una siestecilla... al final han sido dos horas de siestecilla, ya sabéis, por no perder las buenas costumbres... Cuando me he despertado, me he puesto a hablar con otra compañera de habitación: esta es polaca, y también es majilla. Aunque no he conseguido explicarle qué es una mansarda (lo que viene siendo, mi buhardilla). Y también hay otra chica griega.


Como no era plan de tirarme toda la tarde en el albergue, he ido al supermercado a comprar algunas tonterías, y como no me apetecía subir la cuestam, he ido a por el tan ansiado capuccino, y mientras me lo tomaba (y mientras los de la mesa de al lado me ahumaban con su tabaco) he escrito un par de postales.


Y ya con las energías renovadas para volver a subir la dichosa cuesta, he vuelto al albergue, y después de hablar otro rato con la polaca, me he venido a la sala esta a socializarme. Y acabo de conocer a una gente de Canarias, y a ver si me entero de cuándo es lo que hay esta noche, que aunque sólo vamos los españoles, no está de más conocer gente, sea de donde sea. Aunque ya he dicho que no quiero relacionarme sólo con españoles... Y a ver cuándo empiezo a conocer a italianos buenorros, para elegir, y elegir algunos para cuando vengáis a verme... (a ver si así os decidís).


Bueno, mañana os cuento novedades. Aunque no sé cuándo lo subiré, porque dudo que hoy me conecte, que ya me está entrando el estrés: ahora son las 8 menos cuarto, tengo que ir a cenar, y parece ser que se ha quedado a las 10. Veremos a ver cómo se da la noche, y si no llueve.

jueves, 17 de septiembre de 2009

¿Y qué hago yo ahora?

Ya lo tengo todo hecho. Yo que me vine una semana antes de empezar las clases para que me diera tiempo a hacer todo, lo he hecho en dos días. Y es que no era tanto como me decían al principio.

Al final ayer, después de escribiros, me decidí a salir a buscar una tienda Wind para comprarme la tarjeta del móvil. La verdad es que no la encontré, y eso que estuve una hora dando vueltas. Lo que sí encontré fue la facultad y vi la parte de atrás de la mole, aunque costaba ver lo de arriba con tanta niebla. Por supuesto, seguía lloviendo.

Cuando volví me zampé el sandwich de lomo y me bajé a por un chocolate de máquina para ver si entraba en calor, ya que tanto frío me había destemplado. Y haciendo tiempo para conectarme a una hora decente a la que pillar a alguien con quien hablar, me tiré en la cama, manta incluida, a leer. Pero cuando llegaron las alemanas se acabó toda la paz y tranquilidad, y tuve que huir. Así pasó: me conecté algo pronto, y no me cundió apenas. Eso sí, hablé con Rache, que aún no habíamos hablado desde que llegué.

Y después de quedarme con cara de tonta cuando internet cerró su grifo, me fui a dormir. Era pronto, pero estaba cansada, me dolía la cabeza, y tenía frío. Ya en la habitación las alemanas no se callaban, y creo que hasta las miré mal porque no me dejaban dormir.

Ya hoy, me he levantado sin ganas de tener que cambiarme de habitación. No sé a qué viene esa manía, pero el día 28 vuelve a tocarme hacer mudanza. Menos mal que están una al lado de la otra...

Y después de desayunar y llevar mis bártulos de un lado a otro, he salido en busca de la tienda de Wind perdida: me he pateado bastante, mientras me preguntaban dónde está tal o cuál calle... Debe ser que parezco de aquí porque es algo que ha pasado desde que llegué.

Después de comprar el móvil, me he ido acercando poco a poco a la mensa, y aunque era algo pronto para comer, necesitaba sentarme y descansar. Y he descubierto que por 2.50€ te ceban bastante: plato de pasta (o no), pollo con patatas fritas, fruta o yogur, y pan. Así que cuando he salido me costaba hasta andar, estaba llena. Pero aún no podía volver al albergue, así que he ido a buscar unas zapatillas para estar por casa, pero no las he comprado por horteras... Y me he enterado, o eso creo, de qué tengo que hacer para poner internet cuando llegue a mi buhardilla.

Ah, esa es otra: he entrado al edificio de mi buhardilla: aún no me ha quedado muy claro dónde queda, pero el edificio existe. Ayer no lo vi porque me equivoqué en tres números...

Para hacer tiempo me he planteado tomarme un capuccino, pero no me apetecía demasiado. Lo que sí he hecho es buscar un supermercado donde comprarme un bote de champú, ya que el que traía se reventó ayer, y me puso todo perdido, por cierto...

Y poco más he hecho hasta ahora: cuando he llegado al albergue he hecho mi cama, otra vez (otro de los problemas de que te cambien de habitación, tienes que hacer de nuevo la cama, y es complicado, ya que es la litera de arriba) y he decidido probar a ver si era cómoda. Ha sido mi primera siesta italiana-torinesa.

Ahora son las 6 menos cuarto de la tarde, y no sé qué hacer con mi vida hasta las 7 y media o 8, que vaya a cenar. ¿Alguna sugerencia?

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Al mal tiempo, buena cara

¿Quién me iba a decir a mí que cuando llegara a Turín no iba a hacer más que llover? Eso a mi garganta no le viene nada bien, la pobre ya venía resentida de Madrid y tanto agua no hace sino fastidiarla más. Pero quitando ese pequeño detalle, me encanta esta ciudad.

Ayer decidí tomarme la tarde libre. Pensé en echarme una buena siesta, ya que me había levantado a las 6 y estaba algo cansada del viaje y de haber tenido que tirar un rato de las maletas. Por suerte, fueron a buscarme al mismo sitio que me dejó el autobús, y me dejaron en el mismísimo albergue. Eso sí, como cuando llegué la recepción estaba cerrada, me tocó subir todo el maletón a mí sola por una escalera muy poco agradecida.

Y estaba yo haciendo chanchullos con mis maletas (no os he contado que en Barajas me hicieron abrir la del equipaje de mano porque confundieron la fruta con... no sé, pero me lo imagino) cuando llegó mi primera compañera de habitación, una albanesa, con la que estuve chapurreando italiano. Cuando se fue, leí... 4 o 5 minutos. Me caía de sueño, pero en vez de dormir, me fui. Estuve viendo el centro, callejeando, buscando dónde voy a vivir (no lo encontré) y, cual guiri, haciendo alguna que otra foto. La verdad es que estaba haciendo tiempo para ir a cenar, ya que me habían invitado.

Paseé por Via Po, por sus soportales, vi alguna que otra plaza, y como tenía sed entré a un supermercado: ahí me asusté con los precios. No sé si será porque era el centro, porque hoy en otro las cosas no me parecían tan caras. Claro, que no pienso ir a hacer la compra al de hoy, ya que estaba a tomar por saco a la derecha.

Bueno, después de cenar, de haber estado hablando itagnolo y de haberme quedado embobada con un bebé (Clara), me trajeron al albergue y aproveché para que me guarden unas cosas. Lo dicho: menos mal que conozco a alguien, si no habría sido todo más dificil.

Y llegamos a hoy. Aunque son las 4 de la tarde (lo sé, lo sé, lo he subido mucho después, pero aprovecho para escribirlo cuando no estoy conectada a internet, que las medias horas se pasan volando) el día ha sido bastante intenso.

Aparte de que la lluvia me haya despertado, y de que tenía la esperanza de que pararía de llover antes de levantarme, a las 8 estaba arriba. Y es que el desayuno aquí es tirando a pronto, y además quería aprovechar la mañana. Así que entre unas cosas y otras, a las 9 menos algo he salido del albergue, y he probado el metro de Turín. Y allí me he encontrado a un grupo de gente de Valladolid que también estudian periodismo: les he oído hablar español y con todo el morro les he preguntado de dónde eran. Y daba la casualidad de que también iban a hacerse el codice fiscale, así que como quien no quiere la cosa, me he ido con ellos. Y después de llegar a la oficina, he tenido que ir a buscar un sitio para hacer fotocopias del DNI, sitio donde me han clavado, por cierto... Pero ya está hecho, una cosa menos.

Desde allí yo me he ido por mi cuenta. Y es que tengo la suerte de tener casa, aunque no pueda entrar hasta el 1 de octubre, porque aquí la gente está como loca buscando y sin encontrar, o encontrando sitios muy raros. Así que he vuelto a Via Po, y he recogido un certificado de la universidad diciendo que estoy aquí. Y es que el siguiente paso era ir a hacer el carnet de la mensa, para comer y cenar por 2.50€. Parece ser que al final no me voy a morir de hambre... Y después de llamar a muchas puertas preguntando si eso era el EDISU, lo he encontrado, y ya puedo ir a comer cuando quiera. Tendré que acostumbrarme a los horarios: de 12 a 14 y de 19 a 21. Igualito que en Madrid...

La vuelta he decidido hacerla por al lado del río, y sin darme cuenta he llegado al Parco Valentino y otra vez me he emocionado haciendo fotos. Y he descubierto un castillo medieval, que creo que es el Borgo Valentino. Sea lo que sea, me gusta.

Y entre quedarme dando vueltas bajo la lluvia o volver al albergue, he decidido lo segundo. Y ahora mi gran dilema es: son sólo las 4 de la tarde, llueve, y para llegar a la civilización hay que bajar una cuesta bastante importante, aunque no es bajar precisamente lo que más me preocupa. Pero todavía me queda comprarme un móvil, y no estaría de más descubrir dónde está la universidad. La verdad es que lo único que apetece es tomarse un chocolatito calentito, y meterse debajo de una mantita con un buen libro después de una de esas duchas relajantes... Qué dilema...

PD: Hoy sí que he encontrado la Via dei Mille, la calle en la que voy a vivir, y he estado buscando cuál es mi edificio, pero no me acordaba del número exacto. Así que he grabado las imágenes en mi cabeza, y al encender el ordenador he mirado las fotos que tengo de la casa. No me acuerdo de qué número era, pero ya sé dónde voy a vivir.

PD 2: Vaya testamento os he escrito, no os podréis quejar de que no haya dado detalles. Y quién sabe, quizás luego os cuente el resto del día antes de subirlo. Ahora, de momento, voy a decidir qué fotos os enseño y qué hacer con mi vida las próximas horas. Aunque con lo bien que va internet en el ostello, lo mismo no puedo subir ni una foto... Dicen que es la intención lo que cuenta.


martes, 15 de septiembre de 2009

Primer día en Turín

Después de todas las despedidas, y de las que no han sido, acabo de llegar a Turín. Estoy en el albergue, esperando a que abran la recepción para dejar todos mis bártulos, y después de unas cuantas horitas de viaje, dando cabezadas y convenciéndome a mí misma de que, por muy duras que hayan sido las despedidas, estoy aquí porque quiero.

Y es que aunque oficialmente empezaron las despedidas el jueves, las más duras empezaron el viernes. Y a partir de ahí, sólo el sábado se libró de las caritas de pena.

Ya os dije que os odio, pero aún así, sé que estar sin vosotros va a ser raro, creo que os he cogido cariño. Aunque más tarde me arrepienta de haberlo dejado por escrito, ya sabéis que no me gusta ponerme blanda...

Llevo todo el día diciéndome a mí misma que la aventura ya ha comenzado. Así que ya os iré contando cómo va. Pero ya sabéis: no os vais a librar de mí tan fácilmente: me vais a tener en el msn, el skype, el facebook, el tuenti...

De momento, una de mis preocupaciones era qué iba a cenar esta noche. Esa preocupación ya está solucionada: gracias a mis encantos personales me han invitado a cenar. Y de momento, mis contactos con el italiano han sido algo desastrosos, pero de momento, estoy sobreviviendo.

Edito: Esta ciudad es genial, he estado un rato en plan guiri, haciendo fotos, y es preciosa. Ya subiré alguna de las fotos, para que os entren ganas de venir a verme!!

martes, 8 de septiembre de 2009

Definitivamente: tengo casa

Después de haber pensado durante meses que tendría que terminar viviendo debajo de un puente del río Po, ya que me he tirado buscando un piso desde abril, y sin encontrar nada... tengo casa.

Y es que han sido muchas decepciones, muchas que podían haber sido pero que por unas cosas o por otras no fueron: malos barrios, caseros que no querían estudiantes extranjeros... Sí, sí, esas cosas pasan.

Pero definitivamente: tengo la buhardilla. Va a ser muy gracioso no tener dónde dormir la segunda semana, porque en el albergue no me dejaron reservar más de siete días. Y yo tenía la esperanza de que la buhardilla se quedara libre antes, pero no. Buscaré otro sitio, que no me apetece dormir en la calle.

También va a ser muy gracioso subir los cuatro pisos sin ascensor de mi nuevo edificio con la maleta, el portátil, la mochila...

También va a ser muy gracioso tener que comprar absolutamente de todo, ya que en la casa no hay ni una triste cacerola, y ha esperado a hoy para decírmelo. Pero bueno, creo que sobreviviré. Creo que lo peor serán las dos primeras semanas. Que una vez esté en "mi casa", todo será mucho mejor. Más fácil. Y ya podrá empezar a venir a verme gente. Ahí lo dejo.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Despedidas personalizadas

Bueno, como lo prometido, o más bien lo pedido, es deuda, aquí está el post dedicado a esa gente a la que odio, aunque sea con cariño. Que conste que el orden de los factores no quiere decir que a los últimos os odie más, o os quiera menos... O sí...

De Cris ya me despedí hace un mes. Y aunque durante casi todo el año nuestra relación sea más a través de internet, ya que vivimos lejos, espero que vaya prontito a verme. Ya sabes que allí tienes un trocito de buhardilla, y cuando ya lo conozca yo, una guía turística.

Creo que de todos, eres a la que menos le digo que le odio, pero sabes que lo hago. Y que eres una de mis vips. Y que aunque esté a más kilómetros que de costumbre, estoy ahí. Total, ¿quién me iba a decir que cuando te conocí, cuando me pareciste una borde, acabarías convirtiéndote en mi mejor amiga? Quizás sea porque nos vemos dos o tres veces al año y no tienes que soportarme muy a menudo, porque la gente no suele aguantar tanto... Aunque pensándolo bien, quizás sea porque te invito a viajes como el de Tanzania...

Sé que piensas que te acoso, por eso de tener tropecientasmil fotos tuyas, y ahora tengo que seleccionarlas para decorar una de las paredes de mi nueva casa. Espero que no te importe.

La siguiente es Lore. Esa a la que tres líneas le parecen poco. La verdad es que lo comprendo. Después de pasar prácticamente todos los findes del verano juntas, sé que te voy a @#$%& de @#$%&. Ambas sabemos lo que eso significa. Y para los que no sepan idiomas: voy a echarla de menos, y... bueno, lo otro no voy a decirlo.

Sólo decirte que apareciste en mi vida por una de esas casualidades, por nuestro odio en común hacia el Señor Pato. Y es que aunque cuando empecé a hablar con vosotros creía que el mundo se me iba a venir encima (ahora mismo no cambiaba mi vida por la de antes). En ningún momento pensé que te convertirías en una de mis mejores amigas, ya que al principio sólo te iba a escribir para La Brecha. Pero poco a poco ese odio común, y no sólo eso, nos unió, y ahora se me van a hacer raros los findes sin ti, y sin ir a las montañitas del Liana a contarnos nuestra vida. Y a ti no hace falta que te diga que vayas a verme: ya en su momento tuve que hacer de angelito y de demonio para que compraras el billete, y de momento eres la única con fecha para ir a verme.

Y Rache. ¿Qué decir de la niña que se me ha quejado porque en las primeras entradas no la he mencionado? Pues que eres otra de mis vips, y que aunque no me creas cuando te digo que voy a echarte de menos, me temo que es verdad. Aunque te odie. Y aunque tampoco me creas, la mayoría de las veces es con cariño.

A ver si es verdad que eres la primera, la que estrene la buhardilla, y que te quedes unos cuantos días conmigo. Aunque para ser sincera, no sé si voy a echar de menos que me llames quejica aún cuando no me quejo. Pero siempre nos quedarán el msn y el skype, ya sabes...

¿Y qué decir de Isa? Ella ya ha tenido un pequeño espacio, ya que fue la que me encontró en las listas, y la que me dio la buena noticia.

Ella es la que sigue arriesgándose a quedar conmigo a pesar de la alergia que siente por mí. Porque cada vez que queda conmigo, le pasa algo. Pero siempre vuelve.

Y ella es una de las personas con las que me he dado cuenta de que no tienes que dejarte llevar por la primera impresión, ya que en esos momentos para nada pensé que le ejemcogeríatantocariñoejem.

Niña, ya sabes, si al final no te vas a Argentina (aunque ya sabes que si me pides consejo, te diré que te vayas), tienes un huequecito en Turín. Y no hace falta que lleves saco de dormir, tienes un colchón donde dormir. Ya sabes por qué lo digo.

Y bueno... sí es verdad que al último le odio más. Con odio, además. Mejor dicho, según el día. Señor Pato, qué decir de ti... Sé que vas a reirte de mí por haber escrito este post, porque no es a lo que os tengo acostumbrados... En realidad, nunca pensé el día que te conocí y que intenté matarte con un cuchillo y un tenedor terminaría invitándote a mi pueblo, ni que me invitaría a la radio tantas veces, ni que estarías en las dos celebraciones de mi cumple, ni que te utilizaría como traductor de italiano, ni que me dejarías contarte mi vida, ni que aguantarías mis neuras.

Aunque a veces me da la impresión de que eres tú el que me odia. Por ejemplo, cuando intentas ahogarme con un cojín.

Y bueno, aunque ya lo conozcas, si te apetece pasarte por Turín, aunque eso implique aguantarme un poquillo, prometo intentar no maltratarte (más que nada, porque he llegado a la conclusión de que salgo perdiendo). Y que sepas que yo sí pienso ir a Praga, aunque tenga que invadirte.

Por supuesto, hay más gente. Pero sois vosotros con los que más hablo, los que más soportáis mis neuras y mis nervios. Sois vosotros los que siempre estáis ahí, y a los que más ejemecharédemenosejem. Sí, lo reconozco, aún a riesgo de que esto me haga perder algo de mi reputación, porque encima queda por escrito. Pero es que cuando pienso en que tengo que despedirme de vosotros se me hace un nudo en la garganta. Os odio con cariño...

domingo, 6 de septiembre de 2009

Concienciándome...

El momento está ya cerca. Y es que desde febrero, cuando me enteré de qué nota tenía de cara al erasmus, desde que conté cuánta gente tenía por delante para ir a Italia, y desde que unos días más tarde aparecieron las listas definitivas, pero yo no encontraba mi nombre e Isa me dijo que me iba a Turín, no ha pasado tanto tiempo.

Durante estos meses he sabido que me iba, pero era algo lejano. Ahora sólo quedan unos días, el noveno día llegaré allí, sin conocer nada, aunque sí a alguien, y empezará la aventura.

Y es que llevar tanto tiempo sabiendo que este momento llegaría, pero que aún quedaba lejos, ha hecho que me conciencie de que me voy, de que dejo todo y a todos aquí. Pero no me había concienciado lo suficiente, y ahora, a sólo cinco días de despedirme de la mayoría de la gente, me siento algo sensible. Y es que por mucho que les diga que les odio, no voy a dejar constancia aquí de lo que siento de verdad, ya que luego podrían utilizarlo de prueba contra mí. Sólo diré que odio las despedidas, aunque sé que sólo es un "hasta luego".

Me han pedido que dedique, si no una entrada a cada uno, tampoco se conforman con tres líneas. Pero eso será otro día. Ahora, voy a ver si me conciencio un poco más.

sábado, 5 de septiembre de 2009

¡Voy a vivir sola!

Hoy he descubierto algo de la que será mi casa en lo que no había caído antes. Y es que mientras le enseñaba las fotos a Lore (aunque ya las hubiera visto, da igual, me apetecía ver mi nueva casa), me he fijado en que detrás de la mesa tengo un colchón.

Eso significa, aparte de que no me fijo en las cosas, que si alguien quiere ir a verme ya no tengo que compartir mi cama... Ni tienen que dormir en el suelo, que no tiene demasiado espacio, por otra parte. Y ya he pensado qué voy a hacer con él: comprarme unos cojincillos y utilizarlo de sofá (otra de las cosas que no tengo).

Por un momento me planteé lo de si vivir sola iba a ser una buena idea. Ahora lo pienso y el único inconveniente que le encuentro es que Coco y Trancas van a vivir conmigo, pero no van a compartir gastos, por lo que tengo que pagarlo yo todo. Pero todo lo demás... todo son ventajas.

Así, quien quiera ir a verme, podrá quedarse el tiempo que quiera sin tener que dar explicaciones a compañeros de piso cansinos. Ya sabéis, soy antisocial por naturaleza. Aunque es probable que mi casa se convierta en centro de fiestas... Ahí os lo dejo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

¿Sobreviviré?

Me da la impresión de que no sé vivir sin agobios. Y supongo que los que me aguantan día a día deben pensar lo mismo. Y es que una vez casi reservada la famosa buhardilla (ya subiré fotillos cuando llegue allí, allá por el 1 de octubre), ahora me pregunto si sobreviviré.

Y es que con la mísera miseria que dan de beca erasmus, sin saber todavía si el señor Gabilondo y la señora Aguirre van a darme sus respectivas becas, con un alquiler y sus facturas que pagar, y la intención, ya ves tú, de querer comer todos los días, no sé yo si me va a dar para todo. Y es que he decidido que antes de quedarme sin viajar (porque dudo que alguna vez tenga una oportunidad como ésta de conocer tanto mundo), me quedo sin comer. Pero tampoco es plan de hacer esto todos los días...

Así que desde aquí pido sugerencias sobre cómo ahorrar para poder comer, al menos, la mitad de los días del mes, y poder montarme algún viajecillo.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

¿Tendré casa?

Vaya diíta. Entre malentendidos, gmail que no funciona, y una que en su vida ha hecho una transferencia a través de internet, no sé si tendré casa o no. Y es que me he enamorado de esa buhardilla en pleno centro histórico de la ciudad...

Y es ahí cuando me planteo dónde viviré las dos primeras semanas. Porque en caso de quedarme con la casa, no puedo entrar hasta el día 1 de octubre. Y yo llego el 15 de septiembre...

La primera semana ya la tengo solucionada: me voy a un albergue. Pero sólo me dejan reservar 7 días. El resto tendré que buscarme un puente, o un alma caritativa que me haga un huequecito. Y me gusta más la segunda opción, ¿para qué nos vamos a engañar?

Hoy la inspiración no está muy allá. Y mañana tengo que pegarme un buen madrugón para hacer esa transferencia. Así que si me perdonáis, me voy a dormir.

Dentro de dos semanas a estas horas estaré durmiendo en el Ostello Torino. Si consigo subir la cuesta de la que ya me han prevenido.

martes, 1 de septiembre de 2009

Quince días

Cada vez que pienso en que dentro de dos semanas a estas horas estaré intentando dormir (sin conseguirlo) y a unas horas de coger ese avión que va a cambiar mi vida, los nervios me invaden. Y no son el tipo de invasión que quería. Pero pensar en cómo comprimir todas mis cosas en 20 kg, en dónde vivir los primeros días, en si no volverán a quitarme esa casa que me encanta, en que tengo que despedirme de todo el mundo...

Pero es entonces cuando pienso en que va a ser genial conocer otra ciudad, gente nueva (sin olvidar a los "viejos" amigos de aquí, aunque me pase el día diciéndoles que les odio...

Y es que después de haber esperado hasta el último año para pedirlo, por unas cosas y por otras, quiero irme. Aunque tenga miedo. Ahora ya no hay vuelta atrás. Ahora ya me voy a pasar los próximos once meses en una ciudad que, según algunos, está habitada por pingüinos. Adoptaré uno. Y si las cosas no cambian mucho entre hoy y mañana, viviré sola. Para fomentar la fama de antisocial que yo misma me doy y que los demás se empeñan en negar.

Lo dicho. Me voy a pasar los próximos once meses en Turín. Y aquí os voy a contar cómo es la vida de una Erasmus en Turín. Si no me muero antes de hambre, claro.