sábado, 26 de septiembre de 2009

Viviendo la noche turinesa

Al final los planes de ir al bar que tenía wi-fi se desvanecieron. Y los de ir a cenar a la mensa el jueves. Y es que una vez que subes la cuesta, da bastante pereza volver a bajarla para luego tener que subirla de nuevo. Así que para variar, nos salimos a la terracita a tomar el fresco. Creo que es de las pocas cosas que voy a echar de menos del ostello: la vida social en la terraza o en la sala desde la que os estoy escribiendo ahora, y que Renato venga a decirnos que nos callemos.

Me tocó a mi pedir la cena: pizzas, para variar. Nos dieron un trocito mientras llegaban las nuestras, y se rieron de mí por decir que estábamos en la “terrazza”, como si fuera mentira que estábamos ahí... Cayó alguna que otra foto, y se rieron de mí por hablar con Lore por skype, mientras ella me ponía caritas a través de la cámara. Me duché como a las 11 y pico de la noche, temiendo quedarme sin agua caliente, pero al final no pasó. Y me fui a dormir, que al día siguiente tenía clase, o eso creía.

Y es que aunque me levanté y todo, cuando llegué a la facultad, toda agobiada pensando que llegaba tarde, me encontré con el cartel de que las clases empiezan a mediados de octubre. Podrían haber avisado antes, y me hubiera quedado dormida un rato más. Y encima iba cargando con el portátil, para comprobar si en la facultad hay wi-fi (lo hay, pero no sé dónde conseguir la clave). Y como me caía un poco de sueño, decidí que lo mejor era volver al albergue a echarme una pequeña siestecilla antes de ir a comer. Antes estuve un rato leyendo en la terraza, mientras limpiaban nuestra habitación. Y cuando me estaba durmiendo, entró la italiana de la cama de abajo (una nueva) dando gritos, y la odié bastante, aunque después me cayó bien (me maquilló para salir, porque yo me estaba desquiciando).

Luego me tocó correr también, porque había quedado en la mensa a la 1 y media. Llegué a menos 20, y comprobé que del ostello a la mensa son 20 minutos. Casi entran a comer sin mí, pero al final me esperaron. Para un día que no iba a comer sola... Y después empezó a aparecer más gente. Luego fuimos buscando una cafetería y estuvimos un buen rato en una terracita sentados. Italia ha despertado mi gusto por el café, los capuccinos están muuuuuuy ricos...

Volvimos al ostello, y hablé con Noe, porque Paula no quiso hablar conmigo. Y también hablé un rato con Lore. Y me puse a prepararme para salir, y por primera vez en unos cuantos días, no cené pizza. Preferí un bocata de chorizo de ese que me traje, y ya que había robado el pan en la mensa... Y después de eso, y de esperar a que todo el mundo estuviera preparado, salimos en bandada hacia el Palazzo Nuovo, al botellón de los españoles. Pero como empezó a llover por el camino, nos quedamos en los soportales de la Plaza Vittorio Veneto. Allí casi nos atropella un camión, y estuvimos ahí hasta a saber qué hora. Desde allí nos fuimos al Lapsus, y mientras todo el mundo tenía que pagar 5 euros para entrar, a nosotros nos metieron por la salida de emergencia: es lo que tiene ser erasmus. Y aunque al principio la música era un poco de aquella que odio, el sitio me empezó a gustar cuando me pusieron SKA-P, System of a Down y Rammstein. Vale que eran las canciones que ponen siempre, pero... no me esperaba a SKA-P en Turín. Y encima me encontré 1 euro mientras buscábamos un anillo que había perdido una chica.

Al albergue llegamos sobre las 5 y pico, y entre que nos quedamos hablando un rato y todo, cuando nos quisimos acostar eran las 6 o por ahí. Y yo pensaba que me despertaría la aspiradora, pero ha sido esta gente cuando ha empezado a dar gritos. Eran las 12 y pico, creo. Pero me he levantado cansada... Aquí hemos estado, todos medio muertos, esperando para irnos a comer, y si llegamos 2 minutos más tarde no llegamos a la mensa. Y al salir, no he visto un escalón y me he torcido el tobillo, pero al menos no me he caído (aunque ha faltado poco). Ahora duele un poco.

Y como lo del café después de comer está convirtiéndose en una costumbre, hemos ido a buscar algún sitio, y hemos terminado en una terracita al lado (pero al lado de verdad, que dabas un paso y te caías al agua) del Po. Yo me he tomado un café batido con baileys, y qué rico. Aunque ahora tengo un poco de fama de borracha, porque estoy un poco resacosa de ayer y... (hay que implantar la cultura del hielo en Italia, que un botellón sin hielos no es sano). Y ahí hemos estado hasta las 4 y media, que Carla y yo nos hemos venido al albergue y los demás se han ido a comprar sus móviles. Y ahora me conectaré media horita, me ducharé y nos iremos a tomar el aperitivo (pagas la bebida y puedes comer lo que quieras). Ya os contaré novedades.

4 comentarios:

  1. Wenoo ya veo que tu vita a Torinoo va molto benne o como se diga jajaja me alegro! y sigue contando por aki eh! bss desde madrizzz

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  2. llevo un poco de retraso en lo de contestar comentarios, pero bueno, no tengo internet de momento (creo que iré mañana)...

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  3. Allí no hacen falta hielos para el botellón. Espera un par de meses, o quizás menos, y verás por qué.

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  4. jajajaja, empieza a hacer fresquito, pero aún no se enfrían las bebidas por sí solas...
    Creo que hace más frío en Praga :P

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