martes, 9 de marzo de 2010

Sin tiempo...

Reconozco que hace un montón que no escribo, y que me voy a dejar muchas cosas sin contar. Pero es que realmente no tengo tiempo: el nuevo cuatrimestre acaba de empezar, no hacen más que mandarnos libros, libros y más libros, y a esos hay que añadir los que no he leído de las dos asignaturas de las que tengo examen en abril... Y sí, es cierto que si llevara esto al día, me costaría menos, pero soy vaga...

El caso es que mi vida no ha sido demasiado intensa estas últimas semanas. Algunos días ni he salido (como este sábado, o el jueves que dije no a Chalet). Y los días que he salido... bueno, ha habido de todo. Creo que el mejor fue hace tres semanas, cuando Estre, Carmen y Cris estuvieron en casa, yo me di un baño de cerveza, nos colocamos con el incienso de maría y vi cómo se me escapaba un objetivo... Estuvimos un rato en el Club 21 (del que por cierto, soy rrpp, y gracias al cual soy, de momento, 40 euros menos pobre) y después nos fuimos al Lapsus. Y cuando me despedí de ellas y volvía a casa, vi que el tío que había estado rondándome toda la noche se acercaba corriendo hacia mí, yo acojonada a pesar de que me dijo "No tengas miedo, no soy peligroso" (me quedo más tranquila), se me presentó, me dio su tarjeta de visita para que le llamara si quería, y se fue. Llamé a Estre para contárselo, y nos estuvimos riendo de él toda la semana. Al día siguiente fui a Repubblica, y por la noche habíamos quedado en el Palacete. Cuando Estre y yo íbamos hacia allí, el tram volvió a quedarse parado, y nos dio la risa recordando que unas semanas antes estuvimos casi media hora esperando a que retomara la marcha. Esta vez no pasó lo mismo, llegamos rápido (no sin pasarnos de parada), estuvimos bebiendo un rato y cogimos taxis para ir a casa de Irma. Aquéllo no fue como esperábamos, fuimos a Lapsus a pesar de que era sábado, nos aburrimos y... bueno, dejémoslo ahí: la noche no fue como esperábamos, y terminamos en la buhardilla Sarita, Estre, Jesús y yo con frases tan grandes como "Yo no recuerdo que para ir a Murazzi hubiera que subir tantas escaleras".

El miércoles de esa misma semana tuvimos Sara y yo una noche Murphys en la que se nos acoplaron unos italianos a los que conseguimos sacar una cerveza a medias, y que se empeñaron en montarnos una fiesta para el viernes a la que al final no nos presentamos. En cambio, estuvimos en la despedida de Lucía y terminamos en Lapsus (cómo no). Y allí... bueno, aquéllo fue un poco desmadre. Y cuando nos íbamos a ir, Sara y yo nos sentamos un rato enfrente de la puerta, y fue surrealista: vi que el "hacedor de pelis" (también conocido como el de la tarjeta de visita, el film-maker o el moviemaker) se nos acercaba, me saludó, me dio una flor hecha con una servilleta, un lazo o algo de tela, se dio la vuelta y se fue...

El sábado volvimos al Palacete, y de allí nos fuimos al XO y como estaba muerto, al Alcatraz. Y hablamos de la fiesta de disfraces. Y es que el martes de esa misma semana montaron Sara y Andre una fiesta de disfraces en el Palacete, y en honor a Lore me disfracé de cavernícola, después de haberme fabricado un hueso que ahora forma parte de mi puerta-museo de los recuerdos. Y por primera vez en mucho tiempo, esa noche no perdimos el último tram. Terminamos en el XO otra vez, y para ser martes, estaba bastante muerto... Así que me fui prontito a casa. (Quien dice prontito dice llegar a las 3.30)

Esa misma tarde, gracias al día espléndido que hacía, estuvimos en el Valentino en manga corta. Una pequeña alegría, ya que el miércoles hizo muchísimo frío, el jueves estuvo todo el día diluviando y el domingo volvieron las nieves (de hecho, hace un rato ha nevado).

Pero eso no nos libró de salir el viernes. Como os he dicho, soy rrpp del Club 21 y engañé a la gente para ir. Y gracias a eso soy un poco menos pobre. Y el sábado todo lo que salí fue a cenar al kebab y el ratillo que estuvieron Estre y su amiga Raquel bebiendo en casa.

Y aparte de todas estas juergas, no he hecho mucho más estos días: ir a la cafetería de Bellas Artes engañada por Estre, reviciarme a los marrochinos (café con nutella), comprarme un vestido y una falda monísimos que están esperando tiempos mejores para estrenarlos, y hoy preparar la maleta porque mañana a estas horas estaré metida en un avión rumbo a Estocolmo. Temo el frío, ya que intuyo que estoy pillando algo, pero también intuyo que van a ser unos días geniales en los que me lo voy a pasar de puta madre. Y esta vez sí que llevo mi cámara, así que tendréis noticias (y fotos) mías.

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