martes, 27 de julio de 2010

cómo resumir casi dos meses... Primera parte

Madre mía, más de un mes sin escribir... Y se me olvidarán la mayoría de las cosas, pero bueno... voy a contaros de lo que me acuerdo...

La invasión de mis padres (a eso de principios de junio) nos llevó a Superga, Capuccini, Mole y Museo del Cine y, como novedad, Bardonecchia, con unos paisajes preciosos tanto de camino, como al llegar allí. Ya subiré fotos...

Después de eso, exámenes y despedidas. Partidos del mundial. El cumple de María y el desalojo de la fiesta por parte de los carabinieri, y la noche completada con un Alcatraz, un ver amanecer e ir a tomarnos un café para desayunar. En cuanto a exámenes, aprobé todas (acaso lo dudábais?), aunque aún tengo que ver qué convalido por qué...

Después de los exámenes, unos cuantos días después de terminar, me invadieron Cris y Carlos. Y como es lo más reciente que tengo, es donde más me extenderé.

Pensábamos irnos la misma noche que llegaron, pero entre unas cosas y otras, les convencí para irnos el lunes. Y es que entre esas cosas, quería ver la final del mundial en Turín. Así que después de recogerles y convencerles, fuimos a comer con Sara y Sergio (Topo para los amigos) una pizza gigante que me decepcionó bastante, a pesar de ser en la mordillo... Trajimos las cosas a casa y esa misma tarde estuvimos dando una vueltecilla por el centro, y por la noche bajamos al Valentino a tomar algo.

El viernes por la mañana nos fuimos a la Mole Cris y yo, Carlos prefirió quedarse en casa, y quedamos con él para comer. En la Mole... asusté niños (no puedo contaros cómo, es un secretillo entre Cris, yo y la cama redonda) y nos hicimos fotos de las nuestras, de esas que tanto echaba de menos... Habíamos quedado para comer también con Juanillo, Sara y Sergio, y les llevamos a la Pirámide a por unas calzone. Juan se fue a la biblio, y nosotros decidimos subir al monte de la Magdalena. De camino a coger el tram pasamos por las fuentes de Castello (en las que ya me había metido otro día con Andre) para refrescarnos. Pero ese día resultó haber huelga de transportes, vimos que pasaba un 15 y nos subimos a Superga. Durante la espera al bus también nos aprovechamos de la fuente que había al lado de la parada. Una vez que llegó, nos sentimos como la familia Simpson, y fuimos cantando "Viva nuestro conductor" (íbamos solos en el bus). Fue muy gracioso cuando el tío pasó de mí, y dio la vuelta en Superga, y nos tocó subir un cachito andando cuando por fin comprendió que queríamos bajarnos.

El sábado querían ir a Génova (no voy a negar que yo no quería volver a ir), pero se fue el tren y acabamos yendo a Ivrea... Que qué hay en Ivrea? Yo sabía que había un castillo, al que no pudimos entrar. Comimos en un parque, a Carlos le dio un chungo por el calor, y lo mejor del día fue cuando descubrimos la iglesia de detrás del castillo, donde Topo y yo robamos una hostia, Carlos y Sara se disfrazaron de monaguillos y Cris se confesó... (sí, lo sabemos, iremos al infierno)

La vuelta a Turín también fue accidentada. En Ivrea cruzamos la vía para coger el tren, un revisor nos vio y pretendía multarnos, nos pidió los dni y no se los quisimos dar, nos retuvo los billetes y nos obligó a bajarnos en la siguiente parada... Strombino, un pueblo en medio de la nada, por el que fuimos a dar una vuelta en busca de vida, y no la encontramos. Nos tocó esperar más de una hora para el siguiente tren a Chivasso. Cuando lo cogimos, vino otra revisora que nos pidió las tarjetas que acreditaban la tarifa de nuestros billetes (a mitad de precio) y al final conseguimos convencerla de que no sabíamos que teníamos que llevarla siempre (si la tuviéramos, claro). Y en Chivasso, temimos por qué nos pasaría. Pero no volvió a pasar nada, sólo el revisor que se parecía a Chayanne, que abría las puertas a patadas y que, aunque parecía un chulo playa, tenía cierto atractivo. Al llegar a Turín pasamos por el kebab, y nos fuimos a comérnoslo al Valentino. Como estábamos cansados y pretendíamos ir al día siguiente a la Venaria, nos fuimos a casa y a dormir.

La Venaria nos gustó ya desde el momento en que nos dieron paraguas de colores para pasear por los jardines. Y cuando nos acercamos hacia el globo y nos dijeron que podíamos subir... creo que fuimos los niños más felices de todo Turín. Montamos las tres chicas (tuvimos que meter tripa para que el globo subiera) y después Carlos y Sergio. Fue una experiencia genial, corta pero divertida (no todo el mundo puede decir que haya montado en globo). Después entramos al palacio, y en la sala larga decidimos que podíamos montar en bici, echar un partido y Sara y yo terminamos bailando un vals (aunque con música dentro de nuestras cabezas). A eso de las 7 y media salimos, porque teníamos que ir a ver el partido de la final, España-Holanda. Casi nos da un infarto ya en el bus, sobre todo Sergio, Cris y yo estábamos histéricos con que no llegábamos. Y para colmo, se montaron unos cuantos de la GTT, nos bajamos corriendo, uno de ellos nos dijo que no eran revisores, y volvimos a subir. Fue un canteo, pero nuestra excusa era que "habíamos salido a tomar el aire". Nos bajamos en Bertola, y yo me desorienté, pero cuando me encontré fuimos los 3 corriendo por Vía Roma y Cris casi se come la acera. Pero llegamos, y no nos habíamos perdido nada aún. Pasamos el partido entero al borde del infarto, y cuando Iniesta por fin marcó gol... Piazza San Carlo estalló en gritos de "Yo soy español, español, español". Me encontré con Elena y Jose, y fuimos todos juntos a las fuentes. Acabé bañándome con Jose en la del Po, luego busqué a estos y nos metimos en la de Dora, y luego nos fuimos todos para Castello. Donde por cierto, por descalzarme y correr, casi me mato. Pero ahora no estamos hablando de eso... Volvimos a casa a cambiarnos, darnos una ducha rápida y cenar algo, y nos fuimos a tomar algo al Murphys. Estos llegaron cuando ya nos íbamos, y nos despedimos...

El lunes lo aprovechamos para intentar cambiar los regalos de Cris, pero aquí no lo cambian. Preparamos maletas y fuimos a la Drogueria a despedirnos de esta gente. Tengo que reconocer que al despedirme de Camino y Andrea se me saltó la lagrimilla... Pero nos tuvimos que ir corriendo, porque el tren a Trieste salía a las 11 menos diez, y tampoco era plan de perderlo... Por un momento nos creímos que iríamos solos en el compartimento, pero fue entonces cuando llegó una familia completa, con perro incluido. Entre eso y una panda de niñatos que fueron todo el camino dando voces, lo de dormir fue un poco complicado...

Llegamos a Trieste a las 7 y media o por ahí, y fuimos a buscar dónde tomar algo para desayunar. Estuvimos hasta la 1 allí, viendo la ciudad, y cogimos el bus a Koper... Qué decepción de ciudad! Lo único que tiene es una plaza, y lo más emocionante fue cuando un tío nos llevó a la estación en coche... Cogimos un bus hasta Divaça y allí un tren a Ljubljana. Empezamos a odiar el país cuando, después de andar un buen trecho, encontramos el albergue en el que pensábamos dormir y el conserje nos dijo que estaba lleno, que si no teníamos reserva podíamos coger la puerta e irnos, no sin antes darnos la dirección de una residencia de estudiantes. Nos vimos durmiendo debajo del puente cuando el tío del sitio nos dijo que sólo había una habitación, pero era en la zona masculina. Cuando nos dijo que eran tres camas, que podíamos quedarnos, fuimos los más felices del mundo. Bueno, un poco más tarde, cuando nos habíamos dado una ducha (y cuando los chicos nos habían piropeado a Cris y a mí, en italiano, precisamente). Dormimos como bebés, y a la mañana siguiente nos daban el desayuno. Todo esto, sin saber cuánto nos iban a cobrar (al fin y al cabo, es la única noche que pagamos). Al salir de la residencia pasamos por un super, y mientras Carlos y yo comprábamos agua, Cris llamaba a Andrej, el tío que nos iba a alojar en su casa, para ver si nos dejaba dejar las maletas ya desde por la mañana en su casa, pero resultó que estaba trabajando. Así que lo dejamos en la consigna de la estación y nos fuimos a conocer la ciudad. Y la verdad es que nos encantó (al menos a mí). Subimos al castillo en el funicular, vimos el puente y como teníamos hambre al bajar del castillo nos metimos a un McDonalds y allí estuvimos, jugando con los juguetes de nuestros Happy Meal. Salimos y seguimos viendo la ciudad, y entre otras cosas, Coco aplastó una maqueta enorme… Descubrimos una fuente al lado de la catedral y nos dedicamos a refrescarnos ante la atenta mirada de unos cuantos eslovenos.


Terminamos de ver Ljubljana, y fuimos a la estación a buscar las cosas para ir a casa de Andrej. Nos costó un poco encontrarla, tuvimos que llamarle para que bajara a buscarnos, y cuando nos vio nos dio un abrazo de oso a los tres. Nos quedamos un poco pillaos cuando descubrimos que su casa era un apartamento de una residencia, que la habitación tenía dos camas, y que éramos nosotros tres, él y una pareja de húngaros. Al final, mientras me duchaba, Andrej les dijo que la parejita se iba donde una amiga suya, y él a la habitación de un amigo. Nosotros juntamos las dos camas y ahí dormimos los tres (ante la atenta mirada de un cono y una polla de plástico gigante, con las luces de navidad y unas esposas en un cajón). Cenamos todos juntos, los húngaros nos prepararon pasta y nosotros sacamos uno de los paquetes de jamón, y estuvimos haciendo juegos chorras durante un buen rato.


Estábamos a punto de meternos en la cama, cuando este hombre dijo que qué hacíamos en pijama, y nos llevó a un parque (con efecto de tripa natural después de dar un montón de vueltas) y luego a un sitio un poco extraño, en plan casa ocupa, con decoración bastante original. Nos “obligó” a subir a una casa-árbol, y ahí nos tuvo jugando a Verdad o Muerte, y ya volvimos a casa, y yo no sé si era cansancio o que hablaba de cosas muy extrañas, pero no le entendía nada.

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